Tema y Variaciones 42 - page 55

Dolores Rangel
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tante en la política cardenista que vive Magdaleno y que se ve refle-
jada en sus inicios en la época de Calles, que es la que enmarca ma-
yormente la novela. También lo son los proyectos de reforma agraria
con la repartición de los latifundios y la implantación de sistemas
de riego, que en la novela se ve con las promesas de la construcción de
la presa y con el trabajo de los “campos de experimentación”. Estos
proyectos son desvirtuados por los administradores de los mismos,
en este caso Saturnino Herrera como gobernador y Felipe Rendón,
su administrador en La Brisa, oportunistas que sin escrúpulos y con
absoluta premeditación deciden usar la mano de obra indígena
para el beneficio personal.
La construcción identitaria que recupera Magdaleno tiene el
propósito de mostrar a un individuo que se ha visto fragmentado
a lo largo de su acontecer histórico y por lo mismo es un ser débil,
inseguro, temeroso, fatalista, desconfiado y consciente del fuerte
racismo a que es sujeto. El indígena de
El resplandor
es un individuo
que, si bien es víctima, también tiene momentos de ser victimario de
su propia circunstancia. La tradicional imagen del indígena como
un ser cargado de abnegación, pasividad, indolencia, suciedad, al-
coholismo es parcialmente recuperado y justificado por ser así. Sin
embargo, también aparece como el hombre cansado de su cir-
cunstancia que se violenta en situaciones ya extremas, ya triviales,
pero que pronto se resigna ante la imposibilidad de una reivindi-
cación. Roger Barta en su clásico ensayo sobre la identidad del
mexicano
La jaula de la melancolía
(1987), reflexiona, entre otras
cosas, sobre la condición del mito del indio que existe en la cultu-
ra mexicana, el cual es en realidad un ser desconocido. Para Barta,
el indígena es una parte de la construcción del mexicano que es ya
una “gastada referencia.” Dice Barta, el “indio agachado no tiene
futuro, pero tiene pasado; el nuevo héroe [el mestizo] no tiene pa-
sado, y tampoco tiene futuro (149). Estos dos seres, indio y mesti-
zo, confluyen en una corriente de aguas turbias y violentas que
vienen a conformar al mexicano moderno. Para Barta, el campesi-
no, que no necesaria ni exclusivamente es indígena, es parte de un
sustrato mítico que “se inventa,” que pertenece a un “edén sub-
vertido,” “indispensable no sólo para alimentar los sentimientos
de culpa ocasionados por su destrucción, sino también para trazar
el perfil de la nacionalidad cohesionadora” (34). Magdaleno cap-
tura con excepcional destreza la situación del indígena y logra
crear sentimientos de animadversión ante las condiciones de vida
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