Tomás Bernal Alanís
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Me di cuenta que la geografía, el lugar de origen, implicaba una for-
ma de ver el mundo. Que implicaba una cosmovisión. Que uno nacía
marcado por el pedazo de tierra donde había caído al mundo, donde
había vivido sus primeros años. Que en ese lugar estaba su cultura,
toda su tradición; el lugar era la lente desde donde se observa la vi-
da.
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Con una mirada particular el escritor desarrolló una observación
aguda y compleja sobre su mundo, su infancia, sus amistades, sus
lecturas, como un universo en constante construcción. En los di-
versos géneros literarios que se internó su propuesta es analizar y
describir esos pequeños mundos de lugares y cosas que colman y dan
plenitud a una existencia de vida.
Su periplo intelectual y escritural reflejan esa permanente pre-
ocupación por dejar una prueba, un indicio, o una simple idea
sugerente de esos cambios en la vida que para muchos no son
perceptibles y, mucho menos, leídos en el horizonte del tiempo y
el espacio.
Su obra arquitectónica en la escritura inicia con las novelas:
Donde deben estar las catedrales
(1984),
El mundo es un lugar ex-
traño
(1989),
Desiertos intactos
(1990),
La arquera loca
(1992),
Tres noveletas de amor imposible
(1998),
¡Pájaro vuelve a tu jaula!
(2001),
La locura de las flores
(2003) y
Paisajes imposibles
(inédito,
2013); cuentos:
Las aguas derramadas
(1986),
Llorar frente al es-
pejo
(1990),
Cuentos de Navidad
(1997),
Mecanismos de luz y
otras iluminaciones
(2004) y
Cuentos de Tepetongo
(2001); y en-
sayos:
Ensayos y artículos reunidos
(2013).
Con un poco más de una docena de obras Severino Salazar
puede escribir su nombre en la “República de las letras”, como un
representante digno de esa agonía de la provincia mexicana. Don-
de él es un preclaro portavoz de esos cambios finiseculares del si-
glo
XX
, donde se reacomodan las piezas de las letras y los aconte-
ceres de la vida nacional.
Es una necesidad vital que siente el escritor y que necesita
plasmar en papel para ir encadenando sus pensamientos en un
cuerpo más grande, más orgánico llamado libro. Ahí muchas ve-
ces es el germen de una obra, de toda una obra o de toda una
vida. Es el papel del escritor descubrir su mundo que no está más
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S. Salazar, “Mi proyecto literario: la provincia, lo rural”, en
op. cit
., p. 323.
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21/10/15 15:05