A medida que la ciencia se independiza, que las preocupaciones se orientan
hacia la propia realidad, mayor cantidad de hechos pasan a convertirse entre
nosotros en fenómenos. Por supuesto que ese proceso no se da de un día
para otro. Tampoco se da solamente porque a los científicos se les ocurra
protagonizarlo. Muy a menudo las presiones sociales son tan intensas que no
hay más remedio que tomar como fenómenos hechos que a lo largo de déca
das, cuando no de siglos, pasaron desapercibidos. El hambre, la explosión
demográfica, la miseria, son ya fenómenos que ninguno de nuestros países
puede dejar de lado.
Un hecho no es nunca algo simple. Cualquiera de sus elementos remite al
resto. No es posible encararlo desde la perspectiva de una sola ciencia, el
modo de abarcarlo en su totalidad es a través de una tarea interdisciplinaria.
Tampoco se pueden dejar de lado determinadas ciencias, ya que es a ese ni
vel donde se juega la forma en que luego se definirá el problema. Dicho de
otra manera: si una ciencia espera a que otras conviertan un hecho en fenó
meno y que luego le den datos para trabajar, se niega a sí misma la posibili
dad de abordar a fondo su futura problemática. El caso del diseño es bien
claro. Quienes se orientan dentro de las investigaciones que a él correspon
den, pueden perfectamente mostrar que determinados hechos requieren la
atención de la comunidad. A nivel arquitectónico esto es evidente, pero no
menos lo es a nivel industrial o a nivel gráfico. Muy a menudo se ha dejado al
diseño la tarea de "llegar más tarde", cuando ya el fenómeno ha sido aborda
do por otras ciencias. Sin embargo, desde el primer momento el diseño tiene
algo que interpretar y que decir. Y ello porque, reiteramos, el hecho no es al
go simple y menos lo es cuando se convierte en fenómeno.
A menudo se alza como fenómeno sólo un fragmento del hecho. Desde la
ciencia se puede circunscribir la cuestión a ese fragmento y pensar que se
trata de algo exclusivo para una sola disciplina. Si una epidemia aparece en
una región se piensa sólo en la medicina. Pero, de hecho, la epidemia es un
fragmento de un fenómeno que abarca otras cuestiones. La vivienda, los sis
temas de comunicación, los objetos, entran dentro de ese fenómeno y es
aquí donde el diseño tiene también mucho que decir.
Si bien nos pronunciamos en contra de una subestimación de nuestra cien
cia, también debemos hacerlo respecto de una posible sobreestimación. La
riqueza de un fenómeno no puede ser agotada por el diseño. El primer mo
mento es una tarea interdisciplinaria y cada ciencia tiene tanto valor como las
otras. De lo que hay que tomar conciencia, reiteramos, es de que en esta pri
mera etapa se delimita buena parte del alcance que tendrá luego la proble
mática de la ciencia en cuestión. De lo contrario ya a este nivel se toman
decisiones que comprometen todo el proceso posterior, decisiones de las
que no puede estar ausente el diseñador.
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