a) Por medio de la máxima unidad de todos los factores se debe perse
guir un todo que es la marca de la verdadera creación arquitectónica.
b) Aunque puede haber para cada caso tantos partidos como arquitectos,
así como varios partidos ideados por un solo arquitecto, el partido por el
que se decida su autor debe ser evidentemente el que le parezca más
satisfactorio y viable de todos.
c) El partido -aunque de una fórmula muy escueta al surgir su imagen visual
en la mente del creador- debe contener en potencia todas las posibles ra
mificaciones y soluciones que exigirán los estudios ulteriores.
4.3.2.8
Características del Partido
E s claro que sólo cada uno de nosotros percibirá en qué momento surja el
partido en que nos vamos a parar, para después iniciar la labor de evaluarlo
y darle forma definitiva a fin de lograr su fiel y eficaz realización. El "secreto"
será no pararse en mitad del camino. Persistir, no desesperar ni admitir la de
rrota, ya que la experiencia demuestra que a veces unos instantes separan lo
que parece ser derrota de una verdadera victoria. Sin embargo se pueden
apuntar ciertas características esenciales de un partido coherente y que con
viene llevar a cabo. Son esencialmente:
franqueza, claridad y sencillez*
Al hablar de franqueza, claridad y sencillez, de ningún modo me limito al as
pecto formal del partido, sino considero a todos los demás ya mencionados
aquí: funcionalidad, economía, constructibilidad, sentido social, relación con
el ambiente, etc. El aspecto formal del partido no es más que la expresión
anticipada y visible del contenido de la obra por realizar. Por lo tanto sus ca
racterísticas formales deben identificarse con su contenido.
Si aquí me limito a las tres características enunciadas es porque se despren
den de todos los partidos válidos que podemos analizar y, desde luego, son
de una elocuencia muy especial en los grandes partidos que conocemos des
de que la arquitectura existe. Por lo pronto consideraré que si franqueza, cla
ridad y sencillez se manifiestan en un partido y luego se conservan en la obra
realizada, el resultado será de profundas "proyecciones" de adentro hacia
afuera, es decir de la
voluntad de expresión
del arquitecto (o del creador) ha
cia los hombres llamados a beneficiarse por su obra. Y la cara de su obra -
única entre todas (como lo es también cada "producto" de la naturaleza)- se
la dará precisamente el partido, en cuanto es un
encuentro feliz entre el ar
quitecto y las circunstancias.
*
Usamos el término senci
llez en el sentido de no com
plicación, pero sin excluir la
eventual complejidad.
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