de su relativa estabilidad durante mueho tiempo.
Los que no pagaban renta alguna у tos que disfru
taban de "rentas congeladas' (en total un 16%
de los encuestados), evidentemente no tenían que
en&entar, cada año, gastos habitacionales crecien–
tes.
Inclusive, dado el nivel generalmente bajo
de los alquileres "libres" pagados por el resto de ta
población beneficiaria, es poco probable que
los incrementos anuales de los rnismos hubieran si–
do proporcionales a la tasa de inflación o a los au–
mentos salariales. Otro indicador de
la poca
costumbre de efectuar erogaciones mensuales
significativas, como serán los pagos de amortiza–
ción de la vivienda, es el hecho de que los crédi–
tos para la adquisición de bienes de consumo dura–
bles (muebles, aparatos eléctricos, etc.) general–
mente se abonan semanalmente.
Así, los beneficiarios del programa Renova–
ción Habilacional Popular no sólo tienen que
destinar una proporción de sus ingresos mucho
mayor de lo acostrumbrado al pago de su vivienda
o local; también la forma de efectuar este pago
representa un cambio que podría causar dificul–
tades en el cumplimiento del mismo. Sin embar–
go, y esto es bastante importante, a lo largo de ta
aplicación de los diversos instrumentos del trabajo
de campo, no se registraron actitudes negativas
con respecto al pago, ni propensiones al incumpli–
miento.
Por el contrarío, aunque muchos están
concientes del inminente aumento en su gasto men–
sual, para ellos "no hay comparación; antes pagá–
bamos
y
ahora vamos a pagar, pero por ser propie–
tarios".
Costos Indirectos de ia Vivienda: ei Precio de ser
Propietario
El costo de adquisición de la vivienda, o
accesoria, no se reduce solamente al pago de ta
amortización del crédito, sino también se gene–
ran gastos adicionales por concepto de agua, im–
puesto predial y pagos de mantenimiento. En adi–
ción, el cambio a un nuevo tipo de vivienda puede
implicar erogaciones por el aumento en el uso de
ciertos servicios - electricidad y gas, por ejemplo -
así como por la adquisición de bienes de consumo
más adecuados para el nuevo estilo de vida.
Hasta el momento de realizarse esle estudio
(enero de 1987), los beneficiarios del programa
Renovación Habitacional Popular, todavía no ha–
blan enirentado los nuevos ga.stos indispensables.
relacionados con la adquisición, en propiedad, de
las viviendas y accesorias. Tal como se señala en el
inciso 6, las organizaciones para el mantenimiento
de los condominios vecinales estaban por integrar–
se, y las cuotas provisionales pagadas para manteni–
miento fueron muy reducidas. Tampoco habían
llegado las boletas prediales y de los derechos por
servicio de agua, por lo que se desconocía el mon–
to que se pagaría por dichos conceptos. Por ser in–
quilinos, ta gran mayoría de los beneficiarios no
pagaba el agua y el predial anteriormente. A este
respecto, ta instalación de medidores de agua
colectivos fue motivo de algunas inconformida–
des entre vecinos que opinaron que cada quien de–
berla de pagar el consumo propio.
En relación eon el aumento del gasto en
los servicios, derivado del cambio de vivienda, los
siguientes comentarios son elocuentes:
"Antes teníamos dos focos; ahora tenemos
nueve."
"Como ahora vivimos en el conjunto, nos te–
nemos que bañar diario.*
"Es una gran comodidad tener los servicios
dentro de la casa; los podemos usar a nuestra
necesidad"
Es evidente que tanto el mayor número
de cuartos en la vivienda como la disposición de
servicios individuales conducen a un mayor consu–
mo de electricidad y gas. Sin embargo, el aumento
en el gasto correspondiente se compensa, en algu–
nos casos, por la eliminación de la necesidad de
acudir a tos baños púbUcos. Considerando que
en febrero de 1987, el costo de un servicio de baño
con regadera era de aproximadamente seiscientos
pesos por persona, el ahorro logrado por esle
concepto puede ser considerable.
Independientemente de los gastos arriba
mencionados, que pueden considerarse "de pri–
mera necesidad", el programa Renovación Ha–
bitacional Popular, así como la catástrofe que lo
motivó, han acarreado una serie de gastos
secundarios, principalmente en muebles y acaba–
dos. Aquí es prácticamente imposible distinguir
entre gastos obligatorios y voluntarios. En todo ca–
so, es importante recordar que tos beneficiarios de
este programa, si no perdieron su casa y pertenen–
cias con ct sismo, pasaron meses en un campa-