za, que en este contexto puede ser interpretada como un acto simbó–
lico de identificación
(Cf
Hassell, 1998:388)8
El Zócalo tiene la cualidad de un espacio metafórico, lo cual se
deriva de sus inicios míticos, las expresiones cotidianas
y
sus repre–
sentaciones simbólicas. Estas cualidades ofrecen a su vez la posibili–
dad de constituir diferentes ideas sociales e identidades
(Cf
Keithj
Pile, 1993:30). En una interacción constante entre atribución del sig–
nificado
y
práctica cotidiana, el sitio es redescrito en forma perma–
nente, lo que en determinados lugares equivale a una demarcación
social del territorio (Augé, 1994:54) . Esos lugares tienen la cualidad
de una "superficie de inscripción", que sirve a la ubicación local de
identidad. Los lugares concretos, no los espacios en este caso, repre–
sentan ofertas de identificación
y
conforman un elemento importante
en la construcción
y
manifestación de la identidad.'
Para una metrópoli como la ciudad de México -en la que, junto
con el extremo crecimiento, han ido surgiendo nuevas unidades frag–
mentadas
y
centros específicos- la consolidación de un centro sim–
bólico que sea percibido como tal por los habitantes de ambos sexos
significa la posibilidad de identificarse con la ciudad
y,
por tanto,
también con la comunidad.
La gente comprende que comparte sistemas
y
lenguajes de
interacción ("la cultura como relación social")
y,
al mismo tiempo, sabe
8
Existe un nombre propio para los habitantes de la ciudad de México. Con las
palabras
chilanga
o
chilango
se caracteriza en la provincia a los capitalinos de una
manera despectiva o excluyente como gente engreída. En la ciudad esos mismos
nombres poseen una connotación positiva e incluyente
y
son utilizados como crea–
dores de identidad. Para ser identificado como
chUango
juega un papel importante
el
tiempo de residencia en la capital. Los "verdaderos"
chilangos
son los que viven en
la capital desde hace varias generaciones. A pesar de los muchos problemas esa
denominación va aparejada de una connotación positiva de admiración
y
fascina–
ción por la ciudad de México.
9
En relación con la diáspora es preciso tener en cuenta de nuevo la significa–
ción de los lugares, ya que no son los lugares concretos y fisicamente transitables los
que sirven como lugar de identificación, sino que son, por regla general, su imagen
o su representación las que asumen func iones promotoras de identidad. Sobre la
"localización de identidades"en una época
de "deterritorilized
identities",
ef
Gupta
/ Ferguson, 1997.
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