surgimiento de la ciudad, el lugar queda fIjado también como centro
original de la urbe y de la nación mexicana. En el transcurso de la
historia el Zócalo estuvo expuesto de manera permanente a modifIca–
ciones sin perder por ello su papel de centro creador de identidad.
Por el contrario, aquí se fu eron estableciendo marcas políticas y sim–
bólicas relacionadas de manera directa con el lugar. Cada nueva loca–
lización de sucesos en la plaza otorgaba a ésta nuevos signifIcados. A
diferencia de la plaza de las Tres Culturas, situada en el barrio de
Tlatelolco y mucho más marcada por distintas tragedias -aquí tuvie–
ron lugar la última batalla de los aztecas contra los españoles, la ma–
sacre del movimiento es tudiantil en 1968 y un dramático derrumbe
durante el terremoto de 1985-, el Zócalo no tiene connotaciones trá–
gicas. La plaza de las Tres Culturas también se compone, al igual que
el Zócalo, de una superfIcie yerma rodeada de edifIcios construidos
en distintas épocas. Junto a las ruinas de pirámides y un templo colo–
nial, hay modernos complejos de vivienda y ofIcinas de la década de
1950. Esta plaza es también utilizada para manifestaciones, pero las
concentraciones en ella siempre tienen el objetivo claro de recordar
las "derrotas" aquí localizadas. No sirve ni a la representación del poder
del Estado ni a la práctica cotidiana.,Aquí no hay ambulantes
niflaneurs .
El Zócalo, como espacio social de interacción, parece en cambio una
supemcie que es preciso ocupar de diferentes modos y sobre la que
tanto individuos como instituciones pueden proyectar sus diversas na–
ciones acerca de la ciudad, la historia y la identidad .
Un papel decisivo lo juega el Zócalo como tribuna de representa–
ción política. En la prác tica de escenifIcación de diferentes corrien–
tes ideológicas la plaza constituye un punto de partida o de llegada. En
ese sentido es utilizada por el Estado centralizado como lugar de des–
mes y para actos ofIciales y celebraciones de carácter nacional (aun–
que ya no sea la sede de la presidencia) · Pero también los grupos
opositores -como el movimiento estudiantil o el
EZLN-
se remiten al
s
La
plaza debe su nombre
al
hecho de que aquí están representadas, a través de
elementos arquitectónicos, la culLura prehispánica (ruinas de pirámides), la colo–
nial (templo cristiano-catolico)
y
la del México moderno (bloques de viviendas).
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La
ciudad de México es la capital de un país gobernado centralmente
y
asume el
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