tural de los indígenas como ciudadanos mexicanos, ponen en entredi–
cho el concepto de una identidad mestiza.
La identidad mexicana, por tanto, tiene que ser manifestada con–
tinuamente. Algunas de las posibilidades de esa manifestación es la
referencia a símbolos colectivos y a lugares concretos
(Cf.
Giménez,
1996:5). En este contexto pueden distinguirse determinadas estrate–
gias a través de las cuales se producen y regulan las nociones colecti–
vas sobre una identidad común. Los lugares se simbolizan por medio
de la permanente repetición de aspectos históricos específicos en el sen–
tido de la visión hegemónica del Estado, a través, por ejemplo, de la
educación pública. Pero la sociedad, al mismo tiempo, acoge esos sím–
bolos, los utiliza y los transmite. Es posible comprobar aquí una
interacción dinámica entre la atribución oficial de significado y la prác–
tica cotidiana. En ese sentido, la construcción de identidad, además de
las atribuciones oficiales antes mencionadas, tienen lugar a través de
los procesos cotidianos de percepción y apropiación del espacio'
En ese orden de ideas el Zócalo parece predestinado a ser un lu–
gar de identificación. Por sus cualidades específicas, que pueden ha–
cer suyas tanto
el
Estado como otros actores sociales,
el
Zócalo se
presta particularmente bien como lugar de manifestación colectiva
de identidad.
El Zócalo es un espacio históricamente ocupado. Es percibido y
representado como el lugar de origen de la ciudad. El mito de la
fundación de la ciudad impregna todas las imágenes históricas y se
pone de manifiesto en el lugar: está presente de igual modo en el
jeroglífico d el águila -el actual escudo nacional- y en las ruinas
del Templo Mayor en el Zócalo. Al
f~ar
una continuidad temporal
por medio del mito, del símbolo, de las ruinas y de la historia sobre el
Ese sistema designa un pedazo de tierra que es explotado casi siempre de forma
comunitaria
y
que, como continuidad de la tradicional economía agrícola de los
indígenas, fue repartido en los poblados en virtud de la Constitución de 191 7
(Cf
Huffschmid, 1995).
4
La percepción es entendida aquí como una combinación de informaciones
sensitivas
y
de facultades intelectuales del espíritu humano; ella se nutre en el
proceso de selección de la memoria, del saber histórico
y
de los discursos actuales.
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