IDENTIDAD
Existe una relación evidente entre el espacio urbano
y
la construc–
ción de las identidades. Pero ¿cómo se relacionan las personas con un
lugar? ¿Qué influencia ejerce un lugar en la construcción de identida–
des colectivas
y
cómo éstas se vinculan a su vez con el lugar?
La identidad colectiva es entendida aquí a partir de la definición
de Stuart Hall, según la cual se trata de una dinámica
y
relativa atri–
bución de lo propio
y
lo aj eno que funciona como una posible estra–
tegia de inclusión
y
exclusión
y
que lleva, por tanto, implícita la cons–
trucción social
y
cultural de un grupo. La identidad es reconstruida
incesantemente lo mismo en interacción(es) que en las distintas for–
mas de expresión cultural,
y
es también renegociada ante cada nue–
va situación
(Cf.
Hall, 1992; Wildner, 1994). Esto quiere decir que la
construcción de identidad se manifiesta en las prácticas sociales
y
en su dependencia de lugar
y
tiempo.
En México se postula una identidad específica, la
mexicanidad,
la
cual expli ca el mestizaje de dos culturas . Esa definición de identidad
es el resultado de los vínculos históricos de ideologemas de los con–
ceptos de raza
y
nación (Lomnitz-Adler, 1992:261). Después de la
llegada de los españoles a México, e incluso más tarde, durante el
periodo colo nial
y
con la independencia, se produjo una revaluación
de las identidades definidas racialmente, la cual era un reflejo de las
distintas ideologías. A principios de la colonia se estableció un diferen–
ciado
y
jerarquizado sistema de linajes, en virtud del cual eran regla–
mentados también los derechos jurídicos de españoles e indígenas.
Después de la independencia la diferencia se estableció entre criollos
y
mestizos
(ibid.,
271
f) .
Con la revolución, en 1910, se produce por pri–
mera vez una referencia clara
y
positiva a la herencia indígena. El
mestizo, vástago de la unión entre españoles e indios, pasa entonces a
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