tas- las que hacen del centro una atracción para muchas personas
distintas
(Cf
Coulomb, 1988:77 ff). En ese sentido, la heterogeneidad
significa también la superposición de elementos distintos y contradic–
torios. Esa heterogeneidad hace del centro un espacio único en la ciu–
dad, que se diferencia de los nuevos centros en la periferia, sobre todo
porque la funcionalidad de estos últimos resulta particularmente ho–
mogénea:
Aun cuando el centro haya perdido funciones , para nosotros sigue
siendo el centro, ya que a decir verdad ninguna otra parte de la ciu–
dad ha podido sustituir a ésta. En todo el siglo xx se construyeron
en la ciudad nuevos centros importantes, se crearon nuevos
subcentros y la centralidad se dispersó. Pero ninguno de esos nue–
vos centros posee las funciones centrales del Centro Histórico (en–
trevista con A. Mercado, 6 de marzo de 1997).
En ésta, como en muchas otras entrevistas, se le atribuye al Zócalo
una significación central. En qué consiste exactamente esa significa–
ción es algo que nadie parece estar en condiciones de decir. Pero si se
observa la práctica cotidiana de los actores, pueden unirse aquellos
aspectos aislados de esa heterogeneidad, que apuntan en primer lu–
gar hacia una función simbólica del centro . Esos aspectos simbólicos
remiten a su vez hacia una identificación con el espacio que crea una
base para la localización de las personas en la ciudad. Sobre la base de
los resultados de la investigación etnográfica precedentes, me referi–
ré una vez más a las relaciones entre la identificación con el espacio y
la construcción de una identidad colectiva.
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1...,257,258,259,260,261,262,263,264,265,266 268,269,270,271,272,273,274,275,276,277,...306