Zócalo cuando lo utilizan para sus manifestacio nes políticas y cultura–
les. Donde
mejor
se pone de
relieve
esta superposición de representa–
ción del poder estatal
e
intentos opositores de apropiación del espacio
en un lugar es en la inmediatez de ambas formas de representación: un
día
el
presidente pronuncia un discurso y al siguiente, cuando no han
terminado de desmontar las tribunas d el selecto público del día ante–
rior, obreros y organizaciones de barrios forman fil as para ocupar la
plaza.
La
lucha por el espacio social Zócalo que parece requerir, como
algo indispensable, la presencia
in situ,
alude a un significado que es
atribuido a este lugar y es por todos reconocido .
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Finalmente,
el
Zócalo está cargado también de una signifi cació n
emocional. Por una parte, su tamaño y su monumentalidad suscitan
admiración, ya sea cuando se llena con cientos de miles de personas
o cuando la enorme bandera nacional ondea en medio de la plaza
solitaria. Los nombres que se dan al Zócalo reflejan ese vínculo emo–
cional con
el
lugar. Se le llama el "corazón de la ciudad", el "ombligo
del país" , la "cuna" o el "núcleo" de la cultura mexicana. A través de
esos nombres se expresa también una percepción asociativa de la pla-
papel de centro administrativo, político
y
cultural. Las plazas mayores e n
OlI'aS
ciuda–
des de provincia también son llamadas Zócalo, según
el
modelo capitalino.
7
A este nivel se le puede comparar con otros lugares de representación, por
ejemplo la Plaza Tianamen, en Beijing. Antes de la revolució n, no había en China
ninguna tradición de plazas públicas. La urbe estaba dividida en una ciudad intra–
muros prohibida
y
otra extramuros (Webb, 1994: 177). La Plaza T ianamen era un
espacio abierto frente a la Ciudad Prohibida, un lugar sagrado que es hoy un museo
público. Mao Tse Tung hizo remodelar ese espacio abierto
y
lo
convinió
en una
monumental plaza para grandes concentraciones, flanqueada por el Palacio de Cul–
tura de los Trabajadores
y
la Gran Sala del Pueblo. Con ello se preservaba la continui–
dad del significativo lugar como centro ideal del universo
y
se le otorgaba un nuevo
significado como sitio simbólico del poder político (Wark, 1993: 131
1).
Como tal fue
ocupada por los manifestantes en la primavera de 1989.
La
manifestación contra e l
régimen ocurrió donde se realizaban las manifestaciones del régime n para represen–
tar su poder
(ibid.).
Véase el trabaj o de McKenzie Wark. A partir del ejemplo de la
Plaza Tianamen, el autor investiga las relaciones entre el espacio material,
la
historia,
la ocupación del espacio con poder
y
el caso especial de la representació n del espa–
cio en los medios de comunicación, en relació n con la vio le nta represió n de las
manifestaciones estudiantiles de 1989
(ibid.).
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