Desp:ìcio con tas angatülns. ¿Virar para t]ití? Para el socialisrro Pero, ¿para qiic so–
cialismo? i.Aca.so los polacos no luchar por el acccso-al poder, alternancia, vola secreío.
dclfgncit^n legliima, irnnspnrencia de la sociedad y, principalmente, de) Esiado? Y no son
los imitos, sino los m.ii luibiilenlos y exiloscs en la lucha.
Continua, pues, cn pie la cuestión; agolada la burguesía como reserva para la lucha
democritica, ¿con quien coniar? Contestada esta pregunta, vendrá luego la otra: ¿cuáles
serán los lugares de conibaie? Y por f i n , ¿luchar por que?
N o puedo m,is que indicar cuestiones y direcciones en la respuesta. Asi como históri–
camente la noción democrática vino acompañada por la noción de derecho y éste tuvo
sv
fundamento en la propiedad (siendo desenterrada de las viejas arcas romanas), precisa–
mente poique fue la burguesía la que para existir polilicamenic exigió las reglas que la de–
fendiesen en el mercado y defendiesen Ы Estado de la monopolización aristocrática, hoy
Ifl idea de democracia sólo encuentra resonancia en el anhelo de las masas por dos razones
básicas: reconocimiento de sus perfiles sociales (autonomia) y acceso a las decisiones. En
este sentido la querella entre el aspeclo politico formal de la democracia y el aspecto social
de la Igualdad se supera por la
fusión
práctica
entre el reconocimiento político de la exis–
tencia e l
la ciudadanía
y fn fl Estado
(volveré sobre el tema) de nuevos agentes sociales
(las llamadas "masas") y el acceso a los mecanijmos de reglameniación que
deciden
sobre
las inversiones y la distribución, Formalmente — y sólo formalmente— la lucha de "Soli–
daridad" es la misma (y más avanzada) del proletariado del A B C de San Pablo; reconoci–
miento dc
IB
existencia propia (independíenle del Eslado y de la empresa) y anhelo de estar
ubicado politicamente en los planos en que se loman las decisiones que determinan el nivel
y el modo de vida de lodos en la sociedad contemporánea.
El nuevo sujeto histórico de una democracia actualizada nace de este modo exigiendo
más que la "ciudadanía". La ciudadanía es e! reconocimiento del individuo en el "merca–
do politico" — i i puede decirse de esta manera—. Con ella vienen las ficciones de la igual–
dad ante
IB
ley, del derecho igual para todos, del pacto que sc funda en la Constitución, El
lenguaje, o cl balbuceo, dc la democracia contemporánea, es otro: se quiere el reconoci–
miento de "categorías sociales" que demandan regias en virtud de las cuales, más allá del
plano formal de la igualdad, se aseguren "derechos de interferencia" en el plano sr>cial y
económico. Y estos desembocan
en el
Estado.
Dr la dialéctica
perverso
al cerco
creador
Si antes se podia pensar que la ciudadanía señalaba la geografia del conjunto de las
clases, conformando sus fronteras nacionales, hoy. de inmediato, ta demanda de libertad
pasa de lo individual (derecho a no ser torturado ni detenido arbitrariamente, para colo–
car las cosas crudamente) a lo social; derecho a decidir sobre ei propio destino
que es, no
un nivel general o dc la saciedad
en su conjunto,
sino un nivel inmediato de reconocimien–
to de las diversidades sociales, sin la ficción de la igualdad formal ante la ley.
De esta manera, el diálogo en su comienzo (es lo que yo llamo una "dialéctica per–
versa" porque no se superai se realiza entre la " b a s e " (noción oscura) dc la sociedad
—el movimiento social, la protesta violenta, etc.— y el Eslado, por más que los partici–
pantes en los movimienios, a nivel declaratorio y de la conciencia ingenua pregonen su
" h o r r o r al Estado": quieren niveles de salario garantizados por el Estado, guarderías in–
fantiles, saneamiento, tianspottes, etc. que dependen dc la acción publica directa o regu-
latoria. Poco a poco, esla presión democrática se desdobla: se transforma en tendencia
hacia las decisiones públicas y sc manifiesta celosa de sus propios instrumentos formales
de separación dc! Estadc Nace asi la simiente de la demociacia moderna.
O sea. la iccmficación de la sociedad, la burocraii/ación de las empresas ü t l Estado,
"la
Illuder
nidad"
no
es via de dirección única: d i a alcanza al conjunto de la sociedad y da
lineen
a reubicncioncs también del
bdn
dc los oprimidos. Por cl mismo impulso ccnirali-
;:idüi dc base tecnica que di.sciia el cotijiinio (no l
:i
totalidad) surgen nociones que
van
nuls allá de lo inmediato y dc lo и rfíiiediablcmcnic privado o pariiculari^ador (aunque sea
la categoria
mio de nieíaliirgico.
por ejemplo), para comenzar a alcanzar una politica de
conjunto. En este momento chocan con el Estado y pa.san de la "dialéctica perscrsa"
—ojalá— al "cerco creador".
l,a " m a s a " que comienza a perfilarse en csia lucha c o m o agente histórico de una de–
mocracia que no se limita meramente a la ciudadanía y a la noción de derecho privado, ni
considera el derecho ptiblico como una mera extensión de aquél, toma la forma del trab
,T-
jador urbano, del " c o m i d a f r i a " rural, del aparcero j u a m b i c n del asalariado llamado'dc
"clase m e d i a " . N o es oportuno repetir aquí nuevos análisis sobre eslo, pero es obvio que
la proleiarización de la antigua "peqtteila burguesía" profesional, la emergencia de fun–
ciones técnicas y burocráticas privadas y pijblicas, la expansión de las universidades c o m o
matriz de estas nuevas clases, dan la posibilidad d"eit«evos comporiamieiuos y de nuevas
alianzas entre ias clases trabajadoras y las clases medias asalariadas.
Ahi está el sujeto histórico dc la nueva democracia, social-socialista (ojalá). Que
l^odrá reunir las ansias de reconocimiento, con la necesidad de control indispensable fren–
te a las luchas sustantivas (la reforma del campo, las nacionalizaciones y. más que esto;
cómo, por quién).
Que
estas clases no pueden limitar su ímpetu a la satisfacción parcial dc
sus necesidades no es una cosa unida a la conciencia empirica de ellas: es una cosa que sc
impone
por el misino iiiovimienio
que hace
prn^ranwda
a la sociedad: la base lecnológica
de la civilización actual y el carácler de M o l o c h del Estado, obligan a la sociedad ci%il a
politizarse en ta lucha.
I
.a cuestión dc las áreas dc lucha está delineada
ípso-Jacio
por el modo como describí
la emergencia de loí actores de la democracia contemporánea. Si ellos
son
el movimiento
popular, el movimiento de las ciases no propietarias m al servicio de la gran empresa, la
arena de lucha
no son los partidos,
sino que es la llamada sociedad civil; los movimiemos so–
ciales, la prensa, los sindicaios, la T V . las iglesias, las formas dc cultura de masas (la m ú –
sica principalmente). Es alli que germina lo nuevo.
Pero sí lo nuevo no rompe la particularidad del movimiento que se quiere controlar,
!n que verdaderamente cuenta cn la sociedad moderna (la inversión: por ejemplo, hacer
reactores-, la guerra o preservar la ecologia y generalizar cl bienestar social; qué política
educacional adoptar; qué tecnología generalizar, c i c ) , rcsiituye la "dialéciica perversa".
Los movimientos sociales se interesan por lo presente, por lo que es tipico, de ios
" p a r c h e s " a las fallas del sistema que hacen las clases dominantes, y éstas arrimadas al
Eslado. en el secreto de los gabinetes, l o m a n las decisiones que van a conformar la vida
futura de las masas dominadas.
Surge de allí la necesidad del panido pero, ¿qué partido? Tampoco sobre el lema hay
tiempo y espacio para grandes elaboraciones. En América Latina, de un modo general, tu–
vimos dos tipos de partidos, el ideológico de vanguardia y el comité electoral. El germen
del cual el particularismo del movimiento contestatario pasará a la política en un contexto
global no será ninguno de los dos, Pero probablemente contendrá aspectos de ambos. Sí
el partido no es capaz, en su papel de vanguardia, de disellar algo de lo que puede llegar a
ser la sociedad del fuiuro, no tendrá acogida ni ejercerá una pedagogía de la transforma–
ción. Si fuese sólo eso, quedará restringido a! ra! de una vanguardia esclarecida que desde-
fia a las masas y no pasará más allá del círculo ardiente de los propios militantes.
Si el partido no fuese, también, comité electoral despreciará la voluntad de la mayo-
lia. que quiere votar y ganar, como una posibilidad de ser gobierno, sin cuya condición
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