EL MEDIO AMBIENTE MUNDIAL
Uno de los principales problemas que requiere la acción
cooperativa es la preservación y la mejoría dei medio ambiente
global. Cuando se diseñó la economía que siguió a la Segunda
Guerra Mundial, el medio ambiente no era un problema. Pero
en la actualidad es necesario crear instituciones que afronten los
problemas globales del medio ambiente. Estas instituciones tie–
nen que vincularse con las que promueven el crecimiento
económico, pues la contaminación y !a preservación de las espe–
cies están inexorablemente relacionadas con el desarrollo
económico. Están vinculadas porque los mercados no tienen en
cuenta los costos de la contaminación ni asignan valor a la elimi–
nación de ias especies.
Para cada agente económico, el medio ambiente es un lu–
gar donde es posible eliminar sin costo los desechos. La conta–
minación en la cual incurre un solo individuo no tiene un efecto
visible sobre su propio medio ambiente. De ahí que todas las na–
ciones tengan un mayor incentivo para contaminar que para in–
currir en los costos de producir bienes o servicios sin contami–
nar. Pero si se suman los actos de todos tos agentes individuales,
cada acto de contaminación, en efecto, cuenta. El problema es
diseñar una economía mundial en la cual los niveles de vida pue–
dan crecer de prisa, pero no haya contaminación.
La preservación de ¡as especies, por ejemplo el intento de
salvar al buho manchado del noroeste del Pacífico en Estados
Unidos, no че incluye en el cálculo económico de la explotación
de la madera, a pesar de las protestas de los intereses madere–
ros, pues hay un incentivo que lleva a todos a desentenderse y a
permitir que otro se preocupe y pague por la diversidad biológi–
ca. Los que talan la madera de los árboles viejos saben que sus
empleos corren peligro si se preservan los árboles en defensa del
buho manchado. Nadie conoce el valor futuro de ia diversidad
biológica, y no hay un mercado donde pueda comprársela.
En principio, el medio ambiente es un lugar donde el econo–
mista profesional y los ecologistas profesionales deberian cooperar,
pero en el curso de los últimos 25 años no existen dos grupos que se
hayan profesado más antipatía. Inclu.so cuando empiezan a mostrar
simpatía cada uno por los propósitos del otro, difícilmente logran to–
lerarse en la misma habitación. Ei desagrado no es teórico. Los eco–
nomistas no niegan la validez de las preocupaciones ambientales. Un
medio ambiente limpio es uno de varios resultados económicos de–
seables. Los economistas hablan de la "internaÜzación de las exter-
nalidades". Con esta frase aluden a una producción que debe organi–
zarse de modo tai que quienes compran artículos se vean obligados a
pagar el costo total de producir esos bienes con un método que no
contamine el ambiente. En vista de lo que parece en teoría un
acuerdo, ¿a qué responde la antipatía?
Si bien un medio ambiente limpio es un resultado económico
deseable en la perspectiva de la teoría económica, es sólo uno de
muchos resultados económicos deseables, y no tiene derecho espe–
cial a la priüridad. Otros resultados económicos pueden ser más va–
liosos que un medio ambiente limpio e incluso que valga la pena ob–
tenerlos a costa de un medio ambiente más sucio. Esto es una
conclusión de sentido común para los economistas, pero tiene el
caráaer de una herejía para los ecologistas.
Otra parle del problema tiene que ver con los diferentes
conceptos acerca de la eficiencia de las reglas y los reglamentos
versus los incentivos. Los economistas creen que los incentivos
funcionan. Si la gente se ve obligada a pagar por lo que se deno–
mina "gasto por emanaciones" cuando contamina, contaminará
menos, y si los pagos son bastante altos, no contaminará nada.
Los estados en los que rigen leyes acerca de la acumulación de
botellas no soportan el espectáculo de ver las botellas desecha–
das en sus parques y autopistas. Y a la inversa, los economistas
no creen que las prohibiciones contra la contaminación sean
más eficaces que las leyes destinadas a impedir que la gente be–
biese alcohol (la "ley seca") durante la Prohibición. Los impues–
tos que gravan el alcohol pueden ser cobrados, pero la fórmula
"No beberás" no es eficaz.
A menudo los ecologistas creen que los incentivos no son
eficaces. Las corporaciones y los ricos sencillamente pagan y
continúan contaminando. Y lo que es más importante, los ecolo–
gistas no están preocupados únicamente por la eficacia de las
normas y los reglamentos ambiciUales que ahora rigen. Desean
persuadir a otros de que se les unan políticamente. Con este fin,
las leyes que determinan prohibicioiies tienen importancia para