pausa económica, pero, ¿qué sucederá una vez que Alemania
oriental haya sido reequipada e incorporada a un nuevo y más
amplio mecanismo alemán de exportación? El excedente
estructural dei comercio de Alemania probablemente
reaparecerá, más considerable que nunca.
El excedente japonés culminó en 1987 con 87.000 millones
de dólares, descendió a 37.000 millones de dólares en 1990 co–
mo resultado de los precios más elevados del petróleo en el Me–
dio Oriente, pero comenzó a ascender bruscamente otra vez en
la primavera de 1991. Hacia el otoño de 1991 representaba una
cifra que superaba holgadamente los 100.000 millones de dóla–
res anuales. Los excedentes bilaterales de Japón con relación a
Estados Unidos estaban descendiendo en 1991, pero sus exce–
dentes con el resto del mundo aumentaban en proporciones aun
mayores. Los grandes aumentos dei vaior del yen y los resulta–
dos de seis años, no han eliminado el excedente japonés.
Las variaciones de las tasas de cambio no cumplieron la
función que se tes atribuía tanto en los países deficitarios como
en los de superávit. El desequilibrio fundamental que se mani–
festó en las cuentas comerciales del mundo durante la década de
1980 persistió obstinadamente a comienzos de la década de
1990.
Si bien el déficit y tos excedentes estructurales del comer–
cio pueden financiarse más fácilmente con un mercado mundial
de capitales, este hecho sencillamente reduce su capacidad de
freno a corto plazo a costa del aumento de su capacidad destruc–
tiva general. Pueden crearse grandes posiciones deudor-acree–
dor antes de que sea necesario hacer algo. Nadie puede pronos–
ticar los tiempos exactos, pero ningún país puede continuar
incurriendo permanentemente en déficits comerciales.
La matemática financiera básica es clara. Para mantener
un déficit comercial, un país debe tomar prestado del resto del
mundo y acumular deudas internacionales. Los intereses anua–
les de esta deuda acumulada tienen que ser pagados. A menos
que un país obtenga un exceuente comercial, tendrá que tomar
prestados los fondos necesarios para realizar los pagos de sus in–
tereses. Así, el monto anual que debe tomar prestado es cada
vez mayor, incluso si el déficit comercial mismo no se amplía. A
medida que crecen las deudas, aumentan tos pagos en concepto
de intereses. A medida que crecen tos pagos por intereses, au–
menta la deuda. Con el paso del tiempo, ta tasa de acumulación
de la deuda se eleva, incluso si el déficit comercial básico con–
tinúa constante. El inlerés cuiripuesto a su tiempo garantiza que
tos préstamos anuales requeridos lleguen a ser tan grandes que
el resto del mundo no pueda (o no quiera, cosa que sin duda su–
cederá antes) prestar las sumas necesarias. Cuando suceda eso,
habrá cambios drásticos.
Supongamos que Estados Unidos comienza con un
déficit comercial de 100.000 millones anuales (más o menos
la cifra actual). Durante el primer año debe tomar prestado
100.000 millones para financiar el déficit comercial. Pero a
medida que el proceso continúa se acumulan las deudas. Con
tasas de interés del lÜ por ciento el segundo año, debe tomar
prestado ¡10.000 millones (100.000 milloiies para pagar el
déficit comercial y 10.000 millones para pagar los intereses
de la deuda pendiente). Al tercer año debe tom.ar prestado
12L000 millones (100.000 millones para cubrir el déficit co–
mercial y 21.000 millones para pagar los intereses de una
deuda acumulada de 210.000 millones: 100.000 millones del
primer año más 110.000 millones del segundo).
Cuando Estados Unidos deba un billón de dólares, deberá
tomar prestados 200.000 millones por año: 100.000 millones pa–
ra financiar su déficit comercial y 100.000 millones para realizar
los pagos exigidos en concepto de intereses. Si se tiene un défi–
cit comercial anual de 100.000 millones y se paga un 10 por cien–
to de intereses, el primer billón de deudas internacionales se
acumula en 8,3 años, ei segundo billón se acumula en 4,2 años y
el tercero en sólo 3 años. Los pagos por la deuda y tos intereses
crecen con un ritmo cada vez más veloz.
Con el tiempo, el resto del mundo se resistirá a prestar las
sumas necesarias. Las naciones rehusarán prestar porque tos
riesgos de ta falta de pago de los norteamericanos, en monedas
del mismo valor de tas que se prestaron, es demasiado alto, o
porque tas sumas que es necesario prestar los obligan a ahorrar
más de lo que están dispuestos a hacer: desean consumir su in–
greso en lugar de prestarlo a tos norteamericanos. Cuando suce–
da esto, la estructura del comercio mundial tendrá que sufrir un
cambio significativo.