vo de la historia no percibiría motivo para su inquietud. El ùni–
co problema es el retraso temporal. Adquirir capacidad inventi–
va le puede llevar medio siglo a Japón, del mismo modo que Es–
tados Unidos necesitó medio siglo para obtener el mismo
resultado.
El éxito japonés se ha basado en una economía orientada
hacia la exportación. Las exportaciones han sido el área de más
dinámico crecimiento de la economía. Las industrias exportado–
ras han sido las líderes de la productividad. Las exportaciones
han impulsado la economía interna. Las industrias internas han
sido en general muy ineficientes juzgadas según las normas mun–
diales. Pero una estrategia orientada hacia las exportaciones no
será el camino del éxito japonés en el futuro.
Para crecer con más rapidez que el resto del mundo, las in–
dustrias exportadoras japonesas han tenido que conquistar par–
ticipaciones cada vez mayores en el mercado externo, con el fin
de asegurar que Japón pudiese pagar las importaciones de ma–
terias primas que necesitaba para mantener el ritmo dinámico
de su economía. E! resto del mundo podía tolerar esta situación
mientras las exportaciones japonesas fuesen pequeñas. Pero
ahora, Japón tiene una economía tan grande, que el resto del
mundo no puede permitir que las exportaciones japonesas au–
menten y conquisten sus mercados con el ritmo que sería nece–
sario para que Japón continuase creciendo mucho más rápida–
mente que el resto del mundo. El resto del mundo sencillamente
impedirá que Japón sea una economía orientada hacia las expor–
taciones durante el siglo XXI, aplicando restricciones directas si
tal cosa es necesaria. Si Japón desea crecer más velozmente que
el resto del mundo durante el siglo XXI, tiene que hallar el mo–
do de hacerlo mientras las exportaciones crecen más lentamen–
te que su PNB. En definitiva, Japón debe transformarse para
convertirse en una economía impulsada hacia delante por sus
necesidades internas, más que por las exportaciones.
La necesidad de pasar de una economía orientada hacia las
exportaciones a otra impulsada por el mercado interno se verá
acentuada por el desarrollo de cuasi- bloques comerciales eri
Europa y América del Norte. Un universo de cuasi-bloques co–
merciales exigirá que se perciba a las compañías japonesas como
partes integradas y no como extraños en Europa y Estados Uni–
dos. Eso implicará más producción en el extranjero y menos ex–
portaciones de Japón.
Si Japón consigue convertirse en una economía orientada
hacia el mercado interno, la vivienda y las inversiones en infraes–
tructura señalarán el camino, pues estas son dos áreas en las cua–
les Japón es esencialmente un país subdesarrollado. Sin vivien–
das, y sin caminos y parques, los niveles de vida japoneses no
pueden elevarse a la jerarquía mundial, sea cual fuere la produc–
tividad que sus ciudadanos alcancen en el trabajo. La vivienda es
el cuello de botella decisivo que exigirá cambios importantes en
ciertas tradiciones, como las que han permitido que aparezcan
campos cultivados con arroz en el centro de Tokio como resul–
tado de los bajos impuestos sobre la herencia de los arrozales,
pero no sobre otros activos, o las leyes que restringen la cons–
trucción a causa de los terremotos, que impiden que se levanten
edificios residenciales altos en Tokio, y la resistencia a aplicar
leyes de eminente dominio que permitan adquirir las parcelas
de tierra necesarias para las viviendas a gran escala y los proyec–
tos de infraestructura pública. Si no se eliminan estas tradicio–
nes, no puede haber novedades importantes en la construcción
del espacio para vivienda. Sin novedades importantes en este as–
pecto, los japoneses continuarán siendo un pueblo pobre en un
país rico.
Las empresas japonesas de economía de producción
pueden ser las mejores en el juego económico del siglo XXI,
pero si los japoneses quieren triunfar, habrá que injertar al–
go de la economía de consumo en la economía de produc–
ción. El dueño definitivo del siglo XXI tendrá que equilibrar
estos dos impulsos humanos. El descontento en relación con
la vivienda es tan grande entre los jóvenes trabajadores pro–
fesionales de Japón que es difícil creer que el país pueda re–
sistir e! cambio. Con el tiempo, las democracias, incluso las
democracias de partido único, tienen que responder a las ne–
cesidades de sus ciudadanos.
La historia y la cultura de Japón pueden impedir que
forme un cuasi-bloque comercial en la Cuenca del Pacífico
para rivalizar con Europa o las Américas. Corea y las eco–
nomías con base en China (China continental,Taiwàn, Hong
Kong y Singapur) tal vez prefieran concertar arreglos espe-