Desde el punto de vista geográfico, el socio comercial
natural de Estados Unidos, América latina, es una región po–
bre y de escasa educación. E! PNB per capita de América la–
tina ha venido disminuyendo, y sus problemas con ¡a deuda
determinan que un rápido crecimiento sea improbable du–
rante ios primeros tramos del siglo XXI. Incluso si pudiera
crearse un mercado común en América del Norte y del Sur,
no ayudaría mucho a Estados Unidos, Además, los mercados
comunes entre países con niveles muy diferentes de ingresos
resultan intentos muy difíciles, porque la movilidad de la
fuerza de trabajo libre que es parle de un mercado común
determina que un excesivo número de personas se trasladen
desde los países de salarios bajos hasta los de salarios altos.
Estados Unidos concertará un acuerdo comercial especial
con México con el fin de aumentar la creación de nuevos em–
pleos en México y cortar la emigración a Estados Unidos; pe–
ro no podrá crear un auténtico mercado común con México,
y mucho menos con la totalidad de América latina. Ese mer–
cado común haría que demasiadas personas se trasladasen a
Estados Unidos, provocando demasiada reducción en los sa–
larios de los norteamericanos no especializados.
Al mismo tiempo, Estados Unidos tiene algunas cuali–
dades culturales innatas. Si la cultura de Japón determina
que sea el país donde los extranjeros se ven con mayores di–
ficultades para participar como iguales, la cultura de Estados
Unidos lo convierte en el país donde es más fácil que los ex–
tranjeros se conviertan en parte de la población. Es posible
que los norteamericanos no sean grandes exportadores, pero
son los mejores del mundo cuando se trata de administrar
instalaciones de producción en el extranjero. Si las ventas
originadas en las instalaciones norteamericanas de produc–
ción en el extranjero hubieran sido consideradas exportacio–
nes, el déficit comercial norteamericano de 144.000 millones
de dólares se habría convertido en un excedente comercial
de 57.000 millones de dólares.' Los norteamericanos rápida–
mente han convertido a los habitantes nativos en eficaces
empresarios norteamericanos.
En las crisis (PearI Harbor) o en las situaciones que pue–
den asemejarse a las crisis (Sputnik), los norteamericanos res–
ponden magníficamente. Los problemas claros (Sputnik; la in–
vasión de Irak a Kuwait) obtienen soluciones claras, limpias y
bien administradas. Estados Unidos es perfectamente capaz de
reclamar para sí mismo el siglo XXL El problema norte–
americano no es vencer, sino obligarse a percibir que el juego ha
cambiado, que tendrá que jugar un juego nuevo, con nuevas re–
glas y nuevas estrategias.
¿EL VENCEDOR ES...?
Puede argumentarse a favor de cada uno de los tres con–
tendientes. El impulso adquirido favorece a los japoneses. Es
difícil apostar contra ellos. Los norteamericanos poseen ilexibi-
lidad y una capacidad sin igual para organizarse si afrontan un
reto directo. Comienzan con más riqueza y más poder que nadie.
Pero la posición estratégica está del lado de los europeos. Son
los que tienen más probabilidades de contar con el honor de ser
los que bauticen aLsiglo XXI.
En definitiva, los europeos harán lo que sea necesario pa–
ra completar la integración de los países que ahora están en el
Mercado Común, sumarle el resto de Europa occidental, y pagar
los impuestos necesarios para permitir que gran parte de Euro–
pa central y oriental se incorpore a la Casa de Europa, no por–
que ellos sean sabios y visionarios, sino porque no tienen alter–
nativa. Para impedir que los polacos y otros europeos orientales
de diferentes áreas se trasladen a París,' Londres, Roma y Frank–
furt, los europeos occidentales darán los pasos impuestos por las
consideraciones estratégicas.
Para vencer, Japón y Estados Unidos también tienen
que aprovechar las oportunidades estratégicas que se les
ofrecen, pero tienen que ser capaces de ver los beneficios del
cambio. No tienen presiones negativas, por ejemplo, la inmi–
gración europea, que les fuercen a adoptar las decisiones
apropiadas a pesar de ellos mismos. La hisloriay la naturale–
za humana nos dicen que para los norteamericanos y los ja-