es la mitad de la que hay en Alemania, y un tercio de la japone-
sa
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El gasto civil en investigación y desarrollo es de un 40 a un
50 por ciento menor que el de Alemania y Japón. Las inversio–
nes en infraestructura física son la mitad de las que estaban re–
alizándose a fines de la década de 1960. Europa inicia una ambi–
ciosa red ferroviaria de alta velocidad para unir sus ciudades
principales, mientras en Estados Unidos se acumulan los fondos
no gastados que se habían destinado a autopistas y aeropuertos.
Además, Estados Unidos no es líder en ía construcción de las'
modernas autopistas telecomunicadas del futuro.
Durante la década de 1980, el lento crecimiento de la
productividad norteamericana estuvo disimulado por el rápi–
do aumento de la fuerza de trabajo y por una capacidad no
utilizada de tomar prestado que podía asignarse a la eleva–
ción del nivel de vida real de la familia con más rapidez que
lo que el crecimiento de la productividad justificaba. En la
década de 1990 la fuerza de trabajo norteamericana no cre–
cerá rápidamente, y su capacidad de tomar prestado ya está
cerca de la utilización total. En consecuencia, el problema
invisible y no resuelto de la década de 1980, el lento creci–
miento de la productividad pasará al primer plano y al centro
en la década de 1990. Las posibilidades norteamericanas de
adueñarse del siglo XXI dependen de la respuesta a una sen–
cilla pregunta: ¿e! crecimiento de sus tasas de productividad
podrá alcanzar el nivel de sus principales rivales?
Paradójicamente, si Estados Unidos desea alcanzar un ni–
vel de vida con un consumo de categoría mundial en el siglo
XXI, tendrá que pasar de ser la suciedad de aito consumo y ba–
ja inversión, que fue en la década de 1980, a una sociedad de al–
ta inversión y bajo consumo en la década de 1990. Después de
orientarse hacia el presente, tendrá que orientarse hacia el futu–
ro. Para elevar !a inversión, el consumo (público y privado) de–
be aumentar más lentamente que el producto durante cierto
período considerable, de modo que la inversión (pública y priva–
da) pueda aumentar como fracción del PNB.
Cuando se trata de las habilidades y la educación de la
fuerza de trabajo, segunda deficiencia del equipo norte–
americano, el panorama es contradictorio. El sector de la fuerza
laboral norteamericana que posee educación universitaria tiene
jerarquía mundial. La universidad es el punto en el que la fuer–
za laboral norteamericana alcanza al resto del mundo. Los nor–
teamericanos se esfuerzan más que nadie para asegurarse la ca–
lidad en este nivel. Felizmente para los norteamericanos, la
mayoría de los países que poseen un eficaz sistema de educación
primaria y secundaria, aún no han creado buenos sistemas uni–
versitarios masivos que los acompañen. Los sistemas de educa–
ción de la elite a menudo se han convertido en sistemas de edu–
cación masiva con escasa inversión en instalaciones humanas o
físicas. Los estudiantes que han trabajado muy duro para apro–
bar los exámenes de graduación del colegio secundario, a menu–
do convierten los primeros dos años de la universidad en un lu–
gar de juegos. Pero el sector de la fuerza laboral norteamericana
"que no asiste a la universidad no tiene jerarquía mundial, y el
sector de esa fuerza laboral que no se diploma en el colegio se–
cundario (el 29 por ciento) de hecho tiene un nivel del Tercer
Mundo en términos educacionales. La educación tiene que me–
jorar si los norteamericanos desean vencer.
En el ajedrez, la reina es la pieza más poderosa del ta–
blero. Desde el punto de vista económico, la reina es la pie–
za que los norteamericanos tal vez han olvidado cómo mo–
ver. Traducido a la terminología económica, mover la reina
significaría "alcanzar; recuperar". ¿De qué modo un pafs
acorta la distancia en una industria fundamental en la cual
está retrasado? ¿De qué modo un país recupera una indus–
tria fundamental de la cual ha sido desplazado por los agre–
sivos competidores extranjeros? ¿Qué estrategia emplea un
país para asegurarse su parle, o más que su parte, en las nue–
vas industrias de alto valor agregado, alta productividad, al–
tos ingresos, alta elasticidad de la demanda que fluyen de la
ventaja comparativa creada por el hombre?
Es posible que los norteamericanos hayan olvidado el mo–
do de salvar el retraso, de volver a competir en ciertas áreas,
pues no se vieron forzados a hacerlo durante medio siglo. Antes,
pudieron vencer sin necesidad de contar con un plan. Pero el
resto del mundo, que ha tenido que afrontar duranle medio si–
glo el dominio norteamericano, ha llegado a mover con mucha
eficacia las reinas de su ajedrez económico con el fin de alcanzar
a Estados Unidos,
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