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Tema y Variaciones de Literatura 40
Ya vemos con gran claridad la existencia confundida de Caicedo,
puede establecer que entre su padre y él no hay ninguna muestra de
cariño y que su progenitor está cargado de desilusión por lo que el
hijo es y por lo que hace, pero en el caso de la madre que alienta sus
quehaceres y lo estimula en pro de todo, el artista vuelve a dudar y
no parece encontrar en el cariño maternal un asidero para sus días
aciagos. De manera natural, a sentir de muchos amigos y compañe-
ros, lo cierto es que pronto vendría un segundo intento de suicidio.
El lapso de un evento a otro no fue de esterilidad creativa. Cuentos,
ideas para guiones de cine, viajes y muchas cartas a sus amigos, de
las cual sacaba copias en papel carbón para dejar constancia de su
angustia y melancolía. Es de esta época un apodo a su dedicación,
pues se le comenzó a decir “Pepe metralla”, ya que no se separaba
de su máquina de escribir. Él mismo confiesa su dedicación de es-
cribir cuando menos cinco horas diarias, límite que siempre rebasa-
ba. A pesar de todo, Caicedo terminó internado en un hospital psi-
quiátrico. Sus biógrafos nos ubican en el mes de junio de 1976. Qué
cerca del final estamos. Andrés Caicedo fue internado en la Clínica
Psiquiátrica Santo Tomás de Bogotá. Ahí pasaría 39 días sometido a
un tratamiento de desintoxicación. El constante suicida, antes de in-
gresar al sanatorio, había intentado abandonar este mundo por se-
gunda vez. Ya nadie ignoraba cuál sería su principal legado. Nadie
como el propio autor para hablarnos de sí mismo. Después se le
pondrían encima de su historia muchas palabras y anécdotas, pero
su vida es escueta, es decir, siempre estuvo centrada en unas cuan-
tas pasiones pero todas verdaderas.
Comencé a escribir a los 13 años: poemas de amor y cuentos breves, de
una sola situación. Cuando mi primer cuento ambicioso,
La piel del
otro héroe
, fue publicado en el magazine dominical del diario Occiden-
te, de Cali, cobré ímpetu y me llené de ambiciones; pronto me vi re-
compensado por publicaciones en el periódico
El Espectador
, un pri-
mer premio de cuento en la Universidad del Valle, dos primeros
premios nacionales, un segundo premio latinoamericano organizado
por la revista Imagen, de Caracas, y dos premios universitarios de tea-
tro. En los diarios caleños se creó algo así como un “boomcito” de An-
drés Caicedo, y yo empecé a escribir mínimo cinco horas diarias una
novela sobre adolescentes que ha sufrido varias transformaciones y que
aún no he concluido; se llama Despescueznarisorejamiento.