Los suicidad en la literatura - page 37

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L
a
tercera
es
la
vencida
EduardoVillegas Guevara*
*Profesor Investigador,
uacm
Cuautepec.
R
egreso por segunda ocasión en Cali, porque me han dicho que
acá se suicidó un amigo que no conocí, un tal Andrés Caicedo...
Me adentro a Cali después de un viaje de varias horas por auto-
bús. Me recibe una terminal de autobuses de varios pisos. El calor se
vuelve fraternal para quien ha pasado por las cordilleras ecuatoria-
nas y colombianas y, además de las lluvias pertinaces, los días nu-
blados que no amilanan un viaje en pos de otro rostro de la narrativa
urbana. Hace tiempo pude realizar otra visita, la primera al Valle del
Cauca, se trataba de conocer la hacienda de Jorge Isaac, donde se
desarrolla la historia de
María
, primera novela que marcó el alma
de este joven lector. Me recibió con emoción Esteban Cruz Patiño,
amigo poeta quien me ofrece casa, comida y un cúmulo de paisajes
caleños. Yo aprovecho unas cuantas tardes para salir a los quioscos
de libros nuevos y usados, mismos que abundan en el Centro Histó-
rico de Cali y comienzo a hurgar todo aquello que se relacione con
la obra publicada de Andrés Caicedo. Mi maleta es pequeña pero
caben en ella todos los ejemplares de Caicedo; al llegar a México
los he de poner en manos de mis amigos escritores y de mis jóvenes
estudiantes de literatura. Si regresan a mí, qué bueno, si no, serán tí-
tulos con visado permanente para andar por el mundo.
Cali, a mediados de los setenta, aglutinaba a varios personajes
veinteañeros como Ramiro Arbeláez, Hernando Guerrero, impulso-
res y promotores de Cine, Luis Ospina (documentalista y crítico de
cine), Carlos Mayolo (cineasta y escritor) y Miguel González (cura-
dor y crítico de arte) que combinaban el uso de drogas psicodélicas,
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