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Tema y Variaciones de Literatura 40
y abajo, llegarán a los altos riscos y a los profundos huecos, la len-
gua del poeta morirá, como él, pero sus palabras seguirán “vivas”.
Nos cuenta que su destino será breve: “mis cortos hados”. Y proce-
de a explicarnos por qué siente tanto dolor: por un amor, luego con-
tinúa aclarando, por no haber conseguido que lo acepte la joven a la
que ama, lo único que desea es morir. Al ser rechazado ya se siente
muerto (en vida). Está “desesperado”, o sea, a punto del suicidio.
Nos describe sus celos, el dolor que experimenta por el desdén y
nos dice lo que va a hacer. Pide “una torcida soga”, esto es, una
soga con un nudo, y puesto que la mujer no lo ama, ajustará: “un
duro lazo” y ofrecerá: “a los vientos cuerpo y alma sin lauro o pal-
ma de futuros bienes”. Se balanceará su cuerpo al viento y su alma
perderá los bienes espirituales. Es por eso que en esta situación ha
llegado a aborrecer la vida. Confuso, el poeta pide a la joven que no
sienta nada por él, pero de inmediato, se desdice y supone que tal
vez se alegre, en esta contradicción humana típica de, ¿qué irán a
decir o hacer los otros cuando yo ya no esté presente?
Acto seguido, pasa a imaginarse a dónde irá su alma. Y por lo
que nos describe, suponemos que al Hades: el inframundo grecorro-
mano, porque piensa que en el Tártaro, la región profunda del Ha-
des, encontrará a Sísifo: ladrón y asesino, a Ticio, un violador, a
Ixión (o Egión), el que asesinó a su suegro, a Tántalo quien reveló
secretos de los dioses, y a las cuarenta y nueve hijas de Danao que
mataron a sus maridos por órdenes de su padre, a todos los verá su-
frir castigos eternos. Y en la puerta hallará al “portero infernal de
los tres rostros” Cancerbero, el perro del dios Hades. Y nuestro poeta
piensa que tal infierno es el que merece: “...un amado difunto”.
Diego Clemencín, un comentarista del texto,
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se escandaliza de
que este personaje piense (y crea) en el infierno pagano, pero me
parece que hay razones tanto literarias como descriptivas (visuales).
Primero, Grisóstomo es un bachiller de Salamanca, por tanto, cono-
ce la literatura griega y latina, y no hay nada más gráfico que los
castigos descritos en ese horroroso infierno. El infierno cristiano, en
ese entonces, —únicamente derivado de lo descrito en las Sagradas
Escrituras— tenía menos imágenes, pues sólo hablaba del fuego
eterno y del reino de Satanás. Por ello, literariamente al describir el
infierno pagano, éste se muestra más interesante y rico que el infier-
no cristiano, el último, un poco más abstracto. Por supuesto que ten-
dríamos que preguntarnos de inmediato, ¿y la
Commedia
de Dante?
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Diego Clemencín, (1765-1834), cervantista y político español.