Los suicidad en la literatura - page 52

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Tema y Variaciones de Literatura 40
cuentista. Hay sin embargo otras propuestas, sumamente atractivas,
como la formulada por Héctor H. Murena.
En 1903 el gobierno argentino encargó a Leopoldo Lugones un
estudio sobre el “experimento de comunismo teocrático”, según ex-
presión de Jorge Luis Borges, que los jesuitas llevaron a cabo entre
los guaraníes. El resultado fue
El imperio jesuítico,
que se publicó
en 1904 y que el autor de
El aleph
incluyó en su colección Bibliote-
ca Personal. La expedición de Lugones a Misiones
2
hoy es célebre
porque llevó a Horacio Quiroga como fotógrafo; ésa fue la primera
vez que el cuentista genial se enfrentó con la selva, ámbito que ha-
bría de ser importantísimo en el conjunto de su obra literaria.
Cuando se habla de la presencia de los jesuitas en América a
menudo se dice que intentaron establecer la utopía. Sin embargo,
Lugones se aparta de esta perspectiva y contempla el fenómeno
como una conquista más; no tan espiritual como se ha querido ver,
sino humana, demasiado humana, que los Padres emprendieron tras
los pasos de los conquistadores. Para hacer la crónica y la interpre-
tación de la empresa, Lugones no sólo visitó las ruinas misioneras y
se bebió cuanta historia de la Compañía de Jesús estuvo a su alcan-
ce. Se remontó a la Edad Media y al Renacimiento para entender
qué tipo de hombres hicieron la conquista de América pero también
cuál era el espíritu que movía a los Padres. Lejos de un humanismo
a ultranza, los jesuitas fundaron un imperio teocrático en el que la
enseñanza de las artes y los despliegues arquitectónicos, que tanto
se les han ensalzado como suprema filantropía, estaban destinados a
imponer una fe que poco entendían los indígenas debido a las abs-
tracciones que conllevaba.
Borges afirmó que
El imperio jesuítico
es el mejor libro que Lu-
gones escribió en prosa, lo cual es mucho decir si recordamos los
magníficos cuentos que salieron de la pluma del poeta modernista.
En este libro hay erudición histórica y literaria pero, sobre todo, la
pluma del poeta que da cuenta del paso de las estaciones, del día y
de la noche entre las aguas y el follaje. La luz es el elemento que li-
cua todos los prodigios de la naturaleza y apuntala las descripciones
de la pródiga geografía que sirvió de escenario a la magna empresa
religiosa:
2 
“El triángulo formado por la laguna Iberá y los ríos Uruguay, Miriñay y Paraná,
es decir, el actual territorio de Misiones, hasta el paralelo 26°, fue el centro del im­
perio, y su aspecto da en conjunto la característica de la región”. Leopoldo Lugones,
El imperio jesuítico
, Buenos Aires, Hyspamérica Ediciones, 1985, p.88.
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