José Francisco Conde Ortega
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el comerciante, el estudiante y el chofer de un ruidoso microbús
comienzan la jornada, son la razón del canto. La “viva y venenosa
calle de San Juan de Letrán” se niega a morir porque existe en
“Declaración de odio”. La Avenida Juárez, así le cambien de nom-
bre políticos aviesamente ignorantes, durará en el poema, tal
como las referencias en
Circuito interior
. En 1976, con el trazado
del los ejes “viles” cambió, con el cambio de las rutas del transpor-
te público, el sentido de orientación de la gente, pero es posible
rehacer la ruta del Juárez-Loreto con muchachas de “piernón bru-
to” que, “rozadoras en río revuelto” y todo, se niegan a morir. El
poema es la memoria de la tribu. Efraín Huerta, fiel a sí mismo, a
lo largo de su vida, construyó ese Canto de amorosa solidaridad.
Y fue ampliando y decantando sus recursos expresivos. Y sus re-
gistros. Es decir, una poesía con ese “orden luminoso” que exigía
Horacio.
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Fechado en marzo de 1942, aparece en el Suplemento Domi-
nical de
El Nacional
, “Canto al petróleo mexicano”, poema que
pareciera estar escrito hoy, casi a la mitad del segundo decenio de
este aciago siglo
XXI
. Ya en pleno dominio del verso libre y con la
adjetivación punzante y las metáforas dictadas por la rabia, Efraín
Huerta amplía su foco de atención. La patria y sus problemas
como país toman su lugar en esos puntos cardinales sobre los que
gira su poesía. El poema, como si glosara la sentencia de
La suave
patria,
que asegura que el diablo escrituró sus veneros de petró-
leo, tiene un final esperanzador: la expropiación como posibilidad
de bienestar para todos los mexicanos.
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Después, otros poemas, a lo largo de su obra tocarán otros
problemas: la Iglesia católica y su intolerancia, la política entre-
guista, los políticos y su oportunismo, la policía y el ejército como
represores del pueblo, la persecución a los disidentes de ese “or-
den” institucionalizado… Y, fechado el 4 de abril de 1959, inclui-
do en
Poemas prohibidos y de amor
, aparece “Mi país, oh mi
país”,
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iracunda diatriba que parece anunciar
Amor, patria mía
,
poema de absoluta madurez, que reúne y decanta las preocupa-
ciones éticas y estéticas del poeta. Y confirma el porqué de su aso-
lamiento. Estos versos son augurio y dolorosa certidumbre:
15
Véase
supra.
16
Efraín Huerta, Poesía
completa
, p. 535 y ss.
17
Ibid
., p. 226 y ss.
Revista_43.indb 181
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