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Tema y variaciones de literatura 43
de la experiencia cotidiana, que celebra los requerimientos de la
tribu para permanecer en la memoria del mundo, la he vuelto a
ver en poetas que, amén de la exigencia y rigor en el oficio, han
sabido hablar por y para todos. Pienso, rápidamente, en Jaime Sa-
bines, Rubén Bonifaz Nuño, Eduardo Lizalde y José Emilio Pache-
co. Y desde luego, en Efraín Huerta. Poetas distintos, pero que
comparten la única razón del canto: establecer una indisoluble co-
municación con el lector, así sea éste “hipócrita”, como sentencia
Baudelaire en su dedicatoria, porque saben que es un “hermano”
y un cómplice.
Es en ese sentido que Efraín Huerta es un poeta popular. Lo
fue en vida. Decenas de jóvenes aspirantes a poetas lo visitaban
–lo visitábamos– en su departamento –su “arruinado departamen-
to”– de Lope de Vega. Lo es después de su muerte, en 1982. Sus
libros circulan profusamente. Muchos de sus poemas son celosa-
mente atesorados en la mente de lectores, sin más intención que
compartirlos, gozosamente, en ciertos momentos de la vida. He
escuchado a jóvenes que no aspiran a ser poetas, decir, emociona-
dos, “Absoluto amor”, “Declaración de odio”, “Avenida Juárez”
o “Apólogo y meridiano del amante”. Yo, en los momentos más
luminosos del alba, después de una afanosamente celebrada no-
che de fervor etílico, he dicho, acompañado de jóvenes poetas,
“La muchacha ebria”. Y los poemínimos, certeros y vitales, son ci-
tados para explicar uno que otro momento de desamparo.
Sí, Efraín Huerta es un poeta leído y escuchado. Supo hacerse
oír. Carlos Montemayor escribió, en 1982, un ensayo certero y lu-
minoso sobre la poesía del autor de
El Tajín
. Lector acucioso, el au-
tor de
Abril y otros poemas
ofrece claves de lectura para mejor
entender una poesía, ciertamente asequible, pero arduamente
construida. Dice Montemayor:
En todos sus poemas hay esencialmente un combate por el amor, un
combate áspero, doloroso, de una riqueza contradictoria que des-
emboca a veces en el escarnio, en el desastre o en la ternura; es un
combate del ser humano en su amplia gama de miserias, rencores,
odios, ternura. De los reflejos de ese diamante primordial, el univer-
so poético de Efraín Huerta podría entenderse bajo estos puntos car-
dinales: amor, política, ciudad y asolamiento.
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Carlos Montemayor, “Notas sobre la poesía de Efraín Huerta”, p. 1.
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