Tema y Variaciones 43 - page 177

José Francisco Conde Ortega
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habría que poner aquí la frase de su epitafio que es también el título
de su libro de 1935:
Absoluto amor
.
2
Solamente de esta manera puede explicarse una vida regida por la
libertad, por la fe en esa condición vital que justifica la razón de
ser de toda la especie. La libertad como imponderable ético y
como necesidad estética. Por eso asumió, desde el principio, una
orgullosa “marginalidad”;
3
es decir, independencia. Se mantuvo
alejado de cenáculos literarios y cofradías. Y muy pronto se con-
virtió en uno de los poetas mexicanos más leídos. Incluso, no es
aventurado decir que su verso, original y rabiosamente amoroso y
contestatario, le atrajo la admiración de muchos jóvenes poetas
que pretendieron seguir su huella.
Muchos de los poemas de Efraín Huerta, templados en el
combate de todos los días, nutridos por la vida que hay que en-
frentar a diario, armados únicamente con el amor a lo esencial-
mente humano, han sido aprendidos de memoria por lectores,
igualmente amorosos, sin más propósito que el de compartir, con
el poeta, un poco de la esperanza en la dignidad del ser humano;
y otro tanto de la confianza en el canto como escudo de la memo-
ria para preservar lo mejor de la especie. No es poca cosa. Hasta
poco antes de finalizar el siglo
XIX
la gente conocía a sus poetas,
sabía sus versos y los decía en toda ocasión y circunstancia. La
poesía calaba en el ánimo popular.
Creo que aún nuestra vigésima centuria compartió algo de
esa peculiar temperatura emocional. Apenas rebasada la primera
mitad de ese siglo
XX
azaroso, todavía quedaba incompleta cual-
quier reunión si faltaba alguien que dijera un poema. Y si bien es
cierto que la memoria popular se había detenido en los poetas dé-
cimonónicos, también lo es que versos, líneas, frases de algún
poema quedaron en el habla popular. No era extraño que, por
ejemplo, los viejos jugadores de dominó, al ahorcar una mula, le
espetaran al contrario: “Murió de amor la desdichada Elvira”. No
sé si conocían la obra de Fernando Calderón. Lo que me queda
claro es que la poesía formaba parte de su educación sentimental.
Parte de esa necesidad de compartir una palabra que descu-
bre nuevas aristas de la realidad, que alumbra espacios inusitados
2 
Efraín Huerta,
Poesía completa
, prólogo de David Huerta, p.
XXI
.
3 
Véase
infra.
Revista_43.indb 175
05/11/14 08:55
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