64
Tema y variaciones de literatura 43
bras sagradas eran las relacionadas al trabajo obrero, sus logros,
sus luchas, sus espacios; así como el sentimiento que la embarga-
ba en la oficina a la que diariamente acudía. Momentos que a pe-
sar de ser repetitivos, de pronto se volvían más humanos en com-
paración con el estoicismo de Fidel. Como madre, sus añoranzas
le permiten también fugarse del dolor que le causa la muerte de
su hija Bandera:
San Bruno era una poblacioncita obrera en las inmediaciones de Ja-
lapa. En torno del viejo y feo edificio de la fábrica textil se agrupaban
las viviendas de los trabajadores, pequeñas, blancas y de rojos teja-
dos, formando una calle que no iba muy lejos, sino que se interrum-
pía en el paso a nivel del ferrocarril Interoceánico, por el rumbo de la
ciudad, y por el opuesto, hacia la fábrica, terminaba en una modesta
presa de cemento a la que el Sindicato de Trabajadores bautizara con
el nombre de Carlos Marx.
Desde el incómodo pupitre donde realizaba complicadas ope-
raciones en el despacho de la negociación –antropomórficamente se
había personalizado de tal modo a esta oficina de muebles viejos y
polvorientos escritorios, hasta el extremo de atribuirle capacidades
de acción y pensamiento como las de un ser humano, que las gentes
no reparaban en ese principio de elaboración de los mitos religiosos
en que incurrían al decir “el despacho ordena esto” o “el despacho
ha resuelto tal cosa”, cuando se trataba de alguna disposición de los
patronos relativa a la marcha de la fábrica–, a través de una ventana
con rejas, se le mostraba todos los días a Julia, excepto los domingos,
que era el día de descanso, la perspectiva de un trozo de la calle, a
un lado, con la escuela primaria en un primer término, y al otro la
limpia y pequeña presa sobre cuya espejeante superficie reverberaba
en agudos reflejos la luz del sol. (102-103)
El ámbito obrero rememorado por Julia, transmite un especial có-
digo de símbolos (un lenguaje críptico no pronunciado) que se
conjuga con el ritmo del movimiento obrero genuino. Pues el sin-
dicato textil de San Bruno no era liderado por reformistas, como
los llamados sindicatos amarillos, sino por los rojos (los obreros
que se distinguían con un paliacate rojo alrededor del cuello) y que
realmente cuestionaban las provocaciones y sabotajes de los pri-
meros.
Revista_43.indb 64
05/11/14 08:54