sin fin. El paralelo en el campo de la ambición es la pobtica de partidos, In–
glaterra es la Atenas moderna: una repiiblica comercial más que militar o
agrícola. Ayudado por su poderío naval, su imperialismo es más comercial
que militar. Pero, ¿de qué manera impide el espíritu comercial que se aniqui–
le ella misma como resultado del lujo excesivo y la disolución? Los impues–
tos altos mantienen a los hombres trabajando, y los gastos superfluos son
considerados censurables, aunque no es claro si es sobre bases religiosas o
comerciales. Además, la intensidad extrema de la competencia y la cons–
tante apertura de nuevas oportunidades económicas hace que la disolución
sea más la excepción que la regla. Tampoco puede el disoluto tener aún la
influencia que éstos tenían dentro de los límites más estrechos de la ciudad-
Estado. En suma, la avaricia y la ambición constituyen los fundamentos mo–
rales del sistema inglés, no su enemigo moral. El sentido del interés propio
de cada hombre sustenta su amor a la libertad y su patriotismo.
En Inglaterra la libertad de la mayoría apasionada garantiza la libertad de
la minoría reflexiva. Montesquieu no niega que los vicios de ios ingleses
merezcan la más enconada sátira de un Juvenal, pero él mismo no hace esta
sátira. La razón es que el sistema inglés produce beneficios para todos, por
los vicios mismos que permite y fomenta. Un máximo de seguridad legal,
una participación general en el gobierno y la actividad en el comercio dan
como resultado un ciudadano orgulloso de su independencia, esperanzado
de conseguir ventajas, pero completamente ciego al hecho de que es escla–
vo de pasiones vulgares. Inglaterra es una sociedad secularizada, interesada
en los bienes terrenales. No necesita de ima rebgión común o virtud demo–
crática para reunir a ia comunidad, y en consecuencia puede permitir más
intimidad y Hbertad de expresión que en la propia Atenas de la Antigüedad.
Con un sistema constitucional nuevo que ofrezca una forma permanente al
esfuerzo por el propio interés, Inglaterra ha descubierto cómo aplazar casi
indefinidamente la disolución interna.
4. LA NATURALEZA
La importancia cabal de Inglaterra y de! comercio para el pensamiento de
Montesquieu sólo puede apreciarse si entendemos su concepción del hom–
bre natural o primitivo y del escenario natural en que empezó a existir. El
segundo capítulo del Libro I nos lleva a esperar un tratamiento histórico del
desarrollo humano a partir del estado de naturaleza. Este planteamiento
aparece en los primeros pasajes del tercer capítulo, sí, pero entonces nues&a
atención es bruscamente transferida de lo que es natural al hombre en el
sentido de^original", a lo que ic es natural en el sentido de "mejor ". En
otras palabras, comenzamos considerando seres avanzados y en seguida
pasamos a cosas humanas. Este paso de un tema a otro puede verse en los
libros II al XIII, donde se discuten las formas de gobierno perfeccionadas.
Los libros XIV al XVIII, empero, tienen como propósito satisfacer la expecta–
tiva original. Su tema es el escenario natural del hombre y ei comienzo,
cuya
importancia podría explicar la ubicación centrai de estos cmco libros en la
obra en general. Los temas tratados son, en primer lugar, los efectos del cli–
ma sobre el cuerpo y el alma y su relación con diversas formas de esclavi–
tud; segundo, la relación entre geografía y sociedad humana primitiva. Los
materiales recopilados de referencias a condiciones primitivas, en los otros
bbros, nos pueden jyudar a completar ¡a descripción de lo que el hombre
era y es por naturaleza.
En el primer libro sobre el clima, Montesquieu exhibe toda la fuerza de su
naturalismo ateleológico. La temperatura, al influir sobre el cuerpo huma–
no, influye sobre ta mente y las pasiones. En los climas cálidos, los hombres
son más sensibles a los placeres y dolores y por tanto más sensuales, más fi-
moratos, más indolentes. Un clima frió tiene los efectos contrarios, mientras
que en una zona templada resultan indeterminados. De este modo se des–
piertan tendencias y necesidades diferentes, posibilidades morales distintas,
en tanto las virtudes irusmas •—por ejemplo: valor, templanza, justicia— va–
rían de manera radical dependiendo del clima, en cuanto a su deseabilidad
y practicabilidad. El problema de im legislador es, en términos generales,
asegurar que se cumplan al menos las condiciones mínimas para la sociedad.
Pero Montesquieu no pregunta qué condiciones climáticas producen los
mejores seres hiunanos. Como lo indican los títulos del libro en cuestión, in–
cluso hace hincapié en la conexión entre clima y esclavitud humana, pero
no así en el caso de la libertad humana. El clima establece limites naturales a
la medida de !a naturaleza libre, moderada o no despótica de un gobierno o,
dicho en términos más generales, el hombre es vasallo, no amo, del clima.
Es extraño, en consecuencia, que Montesquieu preste tan poca atención en
el Libro XIV a los climas templados y sus efectos, pues hay una conexión
obvia entre estas áreas de indeterminación v la civilización —a menos que
pretenda indicar el carácter raro y accidental de aquello que sustenta las
más elevadas cuestiones humanas—.
Dadas las variaciones causadas por el clima, ¿qué características tenia la
sociedad humana más primitiva? Montesquieu no fiabla en forma expUci-
ta de las relaciones familiares originales, pero sugiere que contenían algu–
nos de los más profundos secretos de la humanidad. Según toda probabili–
dad, la familia como unidad estable no existió originalmente sino que tuvo
que surgir de una condición de promiscuidad. Las prohibiciones del inces–
to tuvieron que aparecer como manera de proporcionar una base para la
paz y el cuidado mutuo. El niacho gobernaba la familia en virtud de su fuer–
za superior, y la hembra permanecía en una posición subordinada e incluso
ser\'ii. En tales condiciones, la poligamia se encontraba muy extendida, si
bien sólo en los climas cálidos constituye una necesidad duradera, ¡unto con
las instituciones del serrallo que la conservan.з
Las sociedades primitivas son salvajes o bárbaras, dependiendo de si,
como cazadores, los hombres permanecen en tribus aisladas o sí. como pas
tores, pueden unirse en una horda. Su laxa organización permite a cada
'
xvm. xiü; XXVL xiv; XVL
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