tanto a la abolición de la esclavitud como a la mitigación de las guerras en
Europa. Montesquieu pretende corregir sus excesos. A diferencia de Locke,
sin embargo, no hace de la libertad de conciencia un derecho natural у uni
versal dei hombre. No es un consejo sabio la invitación universal al estable
cimiento de la diversidad religiosa. No hay que admitir una nueva religión
en
1ша
sociedad si se la puede excluir: pero donde ya está establecida algu–
na, debe ser tolerada.
7.
CONCLUSIÓN
La virtud fur\damental del legislador, de acuerdo con Montesquieu, debe
ser la moderación. Hace hincapié en la capacidad prudente que requiere
el arte de gobernar —su necesidad de determinar el tipo de ley que ha de
aplicarse, para entender la red de relaciones que comprenden el espíritu
de las leyes y su conexión con las complejas partìcularidades de cada socie–
dad—
.12
Aunque Europa siempre fue su principal interés, extendió el alcan–
ce de ia explicación y evaluación científicas de las cuestiones humanas a to–
dos ios tiempos y lugares. La frase que él aplicaba a los emperadores estoicos
se adecúa a él, incluso en forma más exacta: él velaba por la humanidad.
La filosofía de Montesquieu describe y relaciona los papeles desempeña–
dos por la necesidad ciega y la elección razonada (otra clase de necesidad)
en la formación de las leyes. Su insistencia en la diversidad de órdenes роИ-
ticos y en la prioridad de las particularidades en el arte de gobernar provie
ne de los clásicos. Pero se une a Maquiavelo y a Locke en su rechazo de la
virtud clásica como guía política fundamental. Este rechazo condenó su es–
fuerzo a sostener las tendencias revolucionarias, universahstas, del libe–
ralismo lockeano. En efecto, puesto que la imagen de la libertad, a diferen–
cia de la unagen de la virtud, debe tener por tuerza un atractivo general, su
detallada descripción de la libertad inglesa misma se convirtió en instru–
mento de ese liberalismo. Ese mismo rechazo tuvo otro efecto: al hacer un
laberinto de la relación entre la ética y la política, favoreció una ciencia polí–
tica que pierde interés en la moral y en el arte de gobernar.
El aspecto superficial de
El espíritu de ¡as ¡eyes
es el de una obra sencilla y
desordenada, pero su fondo es difícil y coherente. Lo que se ha dicho puede
bastar para establecer la verdad de que tiene un plan. Su doctrina sistemáti–
ca, y aun su engañoso titulo, continuará escapándosenos hasta que el plan
sea cabalmente comprendido.
LECTURAS
\ . Montesquieu. Е/
cipirilu de tas leyes.
Trólogo, libros I-V, XI, ХП, XK
{11,
27).
B- Montesquieu. Eí
espíriln ik las leyes.
Libros XIV, XV. XVIII, XX, XXI. ХХГ/, XXVT.
, ¿lis
Cartai Pería?
, Consideraciones sobre la grande:^ y decadencia de los romanos.
V- Ibhi..
Prólogo: I. ¡ii;XX\1.
i:
XXIX. i.