INTRODUCCIÓN
La decada de los treinta fue testigo de la "Primera Gran Crisis" del
capitalismo industrial y de la economía internacional en el siglo
XX. Estados Unidos y Gran Bretaña, centros del capitalismo mun–
dial, enfrentaron y proyectaron al testo del mundo el desempleo
masivo y la depresión. En el ámbito internacional el comercio se
contrajo y el patrón oío, base del sistema financiero mundial, mos–
tró sus Umitacioaes y debilidades.
Cuarenta años después, en la década de los setenta, los países
industriales experimentaron una "Segunda Gran Crisis" del capita–
lismo, que se ha prolongado hasta los ochenta. Estos países enfren–
tan hoy una doble crisis: de
desequilibrio macroeconómico y de
productividad.
El primer aspecto se traduce en problemas de in–
flación, bajo crecimiento económico, desempleo y desequilibro en
la cuenta corriente de la balanza de pagos; el segundo se refiere a
la caída y estancamiento en la productividad, que no es sino un
fenómeno que tiene que ver con el patrón de acumulación y cre–
cimiento en el largo plazo.
La economía internacional también se ha visto afectada por la
crisis; el sistema monetario internacional de Bretton Woods —pa–
trón de cambio oro y tipos de cambio fijo— no sólo mostró sus
limitaciones y debilidades sino que se derrumbó y fue sustituido
por el patrón dólar y el sistema de tipos de cambio flexible; el
ritmo de crecimiento del comercio se contrajo y emergió abierta–
mente el neoproteccionismo. Por su parte, el patrón dólar ha agu–
dizado la incertidumbre del sistema financiero internacional.
Estos problemas no sólo se presentan en la esfera económica,
sino en la científica. La teoría económica existente ha sido incapaz
de interpretar las crisis y proponer soluciones. De manera tal que
se puede hablar también de una crisis profunda en el paradigma
dominante de la ciencia económica.
Hace medio siglo se inició un fenómeno parecido al que hoy
presenciamos. La Gran Depresión de los treinta probó el anacro–
nismo del paradigma de la economía clásica y provocó su derrum–
be con el surgimiento de la revolución keynesiana a partir de la
Teoría General.
La crisis de los setenta ha puesto a prueba al para–
digma dominante: la síntesis neoclásica/neo-keynesiana. Este pa–
radigma ha mostrado evidentes limitaciones para interpretar la
crisis e impotencia para proporcionar soluciones. Sin embargo,
hoy, a diferencia de los años treinta, no ha surgido una revolución
científica, sino una contrarrevolución. Probada la incapacidad del
paradigma existente para interpretar y recomendar soluciones, se
ha impuesto el "retorno a la ortodoxia" disfrazado con el ropaje
del monetarismo. En la teoría "aparecen" el
monetarismo fried-
maniano y el monetarismo bastardo
de la economía de la oferta;
en la práctica, surge el thatcherismo en In^aterra, la reaganomía
en Estados Unidos, y así el monetarismo se constituye en un ca–
mino "atractivo" para muchos otros países.
Para entender los fenómenos anteriores es necesario comprender
la naturaleza de la crisis del capitalismo industrial y de la econo–
mía internacional.
LA CRISIS DE LOS PAÍSES CAPITALISTAS AVANZADOS
Por vez primera en este siglo, en la década de los setenta las eco–
nomías avanzadas, particularmente los Estados Unidos y Europa
Occidental, enfrentan simultáneamente problemas graves de dese–
quilibrio interno y externo, hasta antes peculiares de los países en
desarrollo. Estas economías redujeron su tasa de crecimiento del
Producto Interno Bruto (PIB) de 5.0% en el periodo 1960-1970 a
3.1% en los setenta. Paralelamente, en esta década la tasa de infla–
ción más que se duplicó pues alcanzó niveles de dos dígitos contra
4.2% una década antes.^
Los índices de desempleo también se elevaron casi en un 50%,
de 3.5% en e! periodo 1962-1972 a 5,7% en el lapso de 1973-1979.^
Además, de haber sido países principalmente superavitarios, co–
menzaron a presentar problemas de balanza de pagos durante la
segunda mitad de la década, debido tanto a los cuantiosos incre–
mentos en los pagos al exterior por concepto de petróleo, como a
la pérdida de competitividad y baja productividad de sus econo–
mías; así, en 1980 su déficit en balanza de cuenta corriente ascen–
dió a 51.5 miles de millones de dólares.^
La recesión inflacionaria, o como se le ha dado en llamar, estan–
flación (estancamiento con inflación) ha sido el síntoma más evi–
dente y característico de la crisis del capitalismo industrial en ios
setenta. Los países industrializados de la Organización Económica
para la Cooperación y el Desarrollo (OECD) presentaron en el