Francisco Gabriel Binzhá
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por imprimirle huella a todo. Confirmado, Luis: No importa el artista.
Es la obra la que pervive, la que permanece como eterno porvenir de
nuestro recuerdo.
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A pesar de todo este dañado transitar, la obra literaria y la figura
de Luis Carrión Beltrán siguen figurando entre la neblina que este
nuevo siglo arroja, aguardando el momento justo en que se le brinde
la valoración adecuada dentro de la literatura, vislumbrando así a
los futuros lectores que busquen entre las hojas del siglo ya surcado,
una obra nacida del epicentro de la locura, un violento testimonio
de marginación y olvido que sigue emanando gritos de revolución y
libertad.
Notas
En materia filmográfica, es en el verano de 2007 cuando sale a la
venta en formato
dvd
, el filme
El infierno de todos tan temido
, en la
colección Latin Cinema, “Cine mexicano contemporáneo” de Desert
Mountain Media. Con presentación a pantalla completa y audio en
stereo 2.0, los diálogos construidos por el autor hacia su obra vuel-
ven a surcar por el tiempo y en boca de algunos actores ya muertos.
Dos años después, en 2009, el Instituto Mexicano de Cinemato-
grafía (Imcine) integra a su colección de cine mexicano
El infierno
de todos tan temido
, edición que además de incluir una fotogalería y
el tráiler de la cinta, consta de una interesante entrevista con el di-
rector Sergio Olhovich y el actor Manuel Ojeda.
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En esta reedición existen ciertos cambios que le restan un poco de
corpus
al
volumen original: en primera, se observa que han sido suprimidas las imágenes de
Goya que el mismo Luis Carrión eligió para ilustrarlo (viñetas
Los caprichos
, núm.
43, 80 y “Nadie nos ha visto”), aspecto que elimina una parte violenta de la de por sí
ya manejada en el texto; en segunda, la cita que precede al inicio de la obra y que
pertenece igualmente a Francisco Goya es también eliminada; y por último, el índice,
que en la edición original prefiguraba y formaba parte del reflejo de la locura del per-
sonaje, teniendo cuatro capítulos, y en el cuarto dos subcapítulos, más un capítulo
quinto no numerado, donde prevalecía la locura desde el mismo(a) título (“Tercer
tiempo [o el perfil del caos]”) es simplemente reducido a cuatro capítulos y sin sub-
capítulos.