Tema y Variaciones 42 - page 115

Alejandro Ortiz Bullé Goyri
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expoliación de los recursos y riquezas naturales por parte de los
poderosos, sino también procuraba que el teatro y los llamados
cuadros filodramáticos fueran un espacio de desarrollo y de toma
de conciencia social e individual. Y aquí vale la pena volver a citar
su testimonio:
Más allá de que nunca intenté crear actores profesionales, ya que el
espíritu del colectivo estaba muy alejado de la fama y los privilegios
de los intérpretes burgueses, propugnaba porque cada miembro del
cuadro filodramático se reservara el derecho de pensar por sí mismo,
muchas veces en oposición al personaje. Buscaba cierta concientiza-
ción en la acción misma. Y esa acción no concluía en el escenario ya
que el espectador no debía delegar poderes en el personaje para que
piense ni para que actúe en su lugar; al contrario, él mismo tenía que asu­
mir su papel protagónico. Para luchar por la plenitud de la libertad
en la comunidad el teatro también tenía cosas para decir, puede ser
que no sea revolucionario en sí mismo, peros seguramente es un en-
sayo de la revolución.
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¿Qué tanto de todo esto antecede a las ideas de Brecht en torno
al teatro épico?, ¿y qué tanto Augusto Boal tomó de las experien-
cias de este teatro anarquista para desarrollar sus propuestas del
teatro del oprimido? No lo sabemos, pero no deja de ser notable
y sorprendente la claridad con que este viejo luchador del socia­
lismo utópico de la Argentina de hace un siglo expresa sus ideas
sobre el teatro y sus posibilidades para generar una toma de con-
ciencia en el actor y en el espectador mismos.
EL CASO CHILENO
En el caso chileno, al parecer las tendencias seguían un modelo si-
milar. Sergio Pereira al estudiar al teatro anarquista en Chile men-
ciona las siguientes obras:
Suprema Lex
(1895) de Rufino Rosas, de
Los vampiros (
1929), de Nicolás Aguirre Bretón,
Un hombre
(1914)
y
El Sábado
(1923) de Adolfo Urzúa Rozas,
Los grilletes
(1927), de
Alfred Aaron, y
Los Cuervos
(1937) de Armando Treviño, (Pereira,
2009: p. 158). De hecho, no puede hablarse aquí tampoco concre-
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Idem
. P. 46.
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