Alejandro Anaya Rosas
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En un corral de vacas colocaron la sabanota y sobre unos cajones el
aparato. Las pocas sillas las llevaban unos vecinos, y para que los
chamacos pudiéramos ver nos treparon sobre una pila de tablas.
¡Para qué se les ocurriría llevar esa película de la Santa Pasión!
Ya desde que agarraron preso a Jesús comenzó la mentadera de ma-
dre contra los judíos, que más creció cuando salió Pilatos.
–¡Pinchi falto de coyoles! ¡Maldecido, lávale mejor la carota a
tu madre!– Ya para cuando dejaron libre al greñudo, las mentadas
se las soltaron a la familia de gitanos, que ya estaban arrepentidos
de haberse metido hasta El Parral. Y peor cuando le cayeron las pri-
meras pedradas al aparato.
–¡Al Señor no lo van a joder, jiiijos, mientras esté aquí Sóstenes
Ruíz y su familia!–. Fue el grito que terminó con todo, y luego apa-
garon la planta de un balazo. Entre machucones y la oscuridad, la
gente comenzó a romper las mantas y a querer darle vuelta al ca-
mión que los gitanos defendían a puro leñazo.
10
En episodios como el aludido no existe distancia entre lo conme-
morado, o rememorado –en este caso lo que se transmite en la
pantalla de cine–, y el tiempo presente (¿convendría decir “la dié-
gesis” de la obra?) del espectador de la película en El Parral. La Pa-
sión de Cristo se desplaza de su tiempo primigenio al que vive Sós-
tenes Ruiz y demás concurrentes a la función del pequeño cine
gitano, se instalan en una atemporalidad casi mágica, en el gran
tiempo.
11
Lo moderno, la objetividad que el hegemónico promul-
ga no es capaz de desensibilizar al indígena. Lo occidental antepo-
ne una barrera, un cedazo por donde se filtran los sentimientos,
ya que “hoy en día, la retórica de la igualdad y la ciudadanía se
convierte en una caricatura que encubre privilegios políticos y cul-
turales tácitos, nociones de sentido común que hacen tolerable la
incongruencia y permiten reproducir las estructuras coloniales de
opresión”;
12
empero, algunas sociedades, debido a su
modus vi-
vendi
, son inmunes a este tipo de severa tiranía e indiferencia; su
memoria es la vacuna contra la banal y efímera modernidad.
10
Ibid.
, p. 42.
11
“Todo
acontecimiento
(toda coyuntura provista de sentido), por el hecho
mismo de que
se ha producido en el tiempo
, representa una ruptura de la duración
profana y una invasión del gran tiempo.” Mircea Eliade,
op. cit
., p. 353.
12
Silvia Rivera Cusicanqui,
op. cit
., pp 56-57.
Revista_43.indb 219
05/11/14 08:55