Tema y Variaciones 43 - page 222

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Tema y variaciones de literatura 43
Sin embargo, la complejidad de las prácticas culturales que se
efectúan en el presente –realidad inmediata–, sobrepasa el inten-
to de polarizar, o confrontar, a “lo popular” con la cultura que
pretende implantar la clase dominante como “cultura superior” o
“alta cultura”. Ante las costumbres establecidas en ciertos tipos
de comunidades, aun dentro de una esfera delimitada –digamos
un barrio en el interior de una ciudad–, se lanza un bombardeo
constante y violento de imágenes y seudo-arquetipos fabricados a
conciencia, planeados para instaurar algunos tipos de comporta-
mientos en las sociedades que los estudiosos del poscolonialismo
nombran “subalternas”; de este modo, éstas serán capaces de di-
gerir lo impuesto y aceptar, a falta de opciones, dichas pautas.
Pero la imposición no siempre se asimila de modo contundente,
ya que el imaginario del “subalterno” no podrá modificarse nunca
del todo –no podemos pasar por alto el hecho de que no existe ser
o sociedad pasiva–, entonces su capacidad creadora readapta cier-
tos esquemas y los hace suyos, “propios”; a esta forma de readap-
tación se le ha nombrado “apropiación”, y ésta se utiliza como un
espacio de resistencia.
II
Para dominar es preciso mostrar el rostro, ya sea para atemorizar
o para despertar un sentimiento de piedad en el “otro”; tal ope-
ración se condensa en la popular frase “ver para creer”. Esta lógi-
ca la utilizó el colonizador, y un ejemplo de ello, tal vez un tanto
burdo, son los autos sacramentales. Es muy probable que sin este
tipo de artilugios los indígenas no hubiesen comprendido del todo
la religión que llegaba del Viejo Continente,
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pues en su cosmo-
visión está latente la idolatría: era, o es, preciso tener frente a ellos
las imágenes de los ídolos o los Dioses, para reconocerlos, para
hablarles de frente, de este modo se vivía –vive– más próximo a
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“Inspirados en los manuscritos indígenas, algunos religiosos tomaron la
costumbre de ayudarse de cuadros, de ‘pinturas’, para la enseñanza de la doctrina
cristiana. Hicieron pintar en un cuadro, pongamos por caso, los artículos de la fe;
en otro, los diez mandamientos; en un tercero, los siete sacramentos […] la expe-
riencia probó que los indios adquirían de este modo un conocimiento más inteli-
gente y más hondo en la fe católica”. Robert Ricard,
La conquista espiritual,
pp.
192-193.
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