Emiliano Perez Cruz
49
el proletariado que redimiría al género humano, como parloteaban
los activistas ceceacheros en los mítines.
Compartimos el libro con otros cuates del barrio, pero prefi-
rieron seguir con
El libro vaquero
y el
Lagrimas, risas y amor
, de la
Vargas Dulché. Revueltas no es para las masas.
Aunque Revueltas crea su mundo de odio con cada palabra,
comenta Menton, la estructura del cuento depende de su final.
Poco a poco se procede de lo más general hasta llegar a la concen-
tración de todo ese odio en el castigo horrible que sufre el profe-
sor pueblerino a manos de los cristeros. Y uno, adolescente, que-
da pasmado y no olvidará la imagen del profesor. Claro, tampoco
las piernas de las vaqueritas en el Lejano Oeste ni el tetamen de
Rarotonga...
***
Un día me inscribí a dos talleres en la Facultad de Filosofía y Letras
de la generosa
UNAM
, de cuento, con Tito Monterroso, y de nove-
la, con Sergio Fernández. El primero ya era más famoso que leído
por su libro
La oveja negra y demás fábulas
, y del segundo yo des-
conocía todo, incluso que era ya el destacado sorjuanista al que
todo mundo reconoce. Las sesiones con Tito Monterroso se resol-
vieron desde el primer encuentro, cuando nos dijo que para escri-
bir un cuento... no hay más que escribirlo.
Una tarde, en sesión con el maestro Sergio Fernández, y tras
leer ante el público que éramos los mismos talleristas, se sorpren-
dió ante mi texto (el primero y único que había escrito a partir de
una entrevista-monólogo solicitada por Gustavo Sainz como tarea
escolar para su clase de Géneros Periodísticos-La entrevista: “Tra-
bájalo como cuento y será premiado en un concurso”, me dijo;
obedecí y gané el premio del concurso: libros).
–Tu texto es como los de José Revueltas –sentenció Sergio Fer-
nández. Citó a más autores, me emparentó con Emilio Zola, con
Balzac, recordó a los pintores impresionistas que abordaban temas
populares en sus lienzos, me felicitó por el cuento, me indicó ha-
cer mejoras y así fue que Revueltas y su obra se me volvieron im-
prescindibles, necesarios. Más cuando Sainz descubrió mis errores
en el manejo del guión coloquial:
–Revueltas es el maestro –me dijo– y comencé a analizar con
detalle y ganas de aprender.
Revista_43.indb 49
05/11/14 08:54