José S. Revueltas Valle
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sin guerras, donde todos realizarán sus esperanzas sin más dificul
tades que las que se presentan a la voluntad y al esfuerzo.
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Y con
sus otros hijos no fue distinto, nunca los calumnió, desvalorizó, in
sultó o minimizó.
Ricardo Garibay murió el tres de mayo del año 1999. Al día si
guiente por la noche me comuniqué con su familia por teléfono,
tuve un breve diálogo con Ricardo María, uno de sus hijos. Al pre
sentarme, de inmediato señaló la admiración de su padre por mi
tío, y su padre es y siempre será uno de los más importantes escri
tores que ha dado México. No podía ser de otra manera. El mismo
Garibay lo traía a colación cuando visitó a Revueltas en Lecumbe
rri:
Nunca he podido hablar con escritores, claro; pero en este caso ha
bía algo más: una como acusación en mi contra, y yo no era yo solo,
muchos se sonrojaban conmigo; un disgusto de mí mismo, que no
tuve frente a De Gortari ni frente a Castillo; tal vez ahora era cierta
la frivolidad que me colgaba cuando viajamos juntos, yo el frívolo, el
de “afuera”, no importaba qué tan auténticas o graves hubieran
sido mis razones para no ser de los “de adentro”.
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Ricardo Garibay finalmente también fue de los “de adentro” pero
de una cárcel mucho más elevada y digna que la montada por el
Estado Mexicano a propósito del movimiento estudiantil, y en la
experiencia, a las previamente construidas en torno a los médicos,
los maestros y los ferrocarrileros. Juntos, escritores y presos políti
cos de los distintos movimientos sociales de aquel entonces, enar
bolaron la palabra esperanza por un futuro mejor para su país,
acrecentando nuestra sólida razón para ser mexicanos aquí, ahora
y siempre, actitud y mensaje que quiero compartir con mis mejores
alumnos y por supuesto con Camila, mi hija. Los veo desde afuera,
mucho más allá del parentesco, porque ellos desde adentro siguen
siendo una luz urgente, una base de lucha contra el sin sentido
que caracteriza la vida hoy día, y en ellos encontramos un ejemplo
y una palabra de ánimo ante las grandes demandas de la nación
toda.
19
José Revueltas,
Las evocaciones requeridas II
,
op. cit.
, p. 80.
20
Ibid
., p. 82.
Revista_43.indb 45
05/11/14 08:54
