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Tema y variaciones de literatura 44
inicio y al final de la novela, para determinar en qué medida ha
sido afectado por la culpa y si aspira al perdón divino: “[…] es pre-
cisamente el grado de culpabilidad del hombre lo que hace un mi-
lagro necesario del advenimiento de Dios”.
3
El relato podría dividirse en dos partes para su análisis: en pri-
mera instancia, la historia central en la que Sonaja narra la aven-
tura que compartió con sus amigos de infancia. Y en segunda, el
relato expiatorio del mismo narrador. Naturalmente, ambas narra-
ciones se complementan y se explican una a la otra, aunque en la
historia central impere el punto de vista del hombre que para re-
construir su memoria vuelve a mirarla con los ojos del niño y en la
otra, la visión del adulto atormentado por la culpa.
La representación de Sonaja como ser culpígeno, ya había
sido explorada por el autor en obras anteriores, en las que encon-
tramos personajes que fueron marcados por una experiencia que
los dejó suspendidos, expectantes, como “niños-viejos”. Por ejem-
plo, Valente, personaje principal de la novela
El mundo es un lugar
extraño
(1989), quien, al igual que Sonaja, paga su condena en
una cárcel, aunque a diferencia de éste, cae en la demencia antes
de cometer su crimen. Sonaja, en cambio, está al borde de la lo-
cura, pues se siente responsable de la desgracia ocurrida, ya que
él animó a sus amigos a realizar el viaje en el que murieron. Am-
bos, son seres deformes, mutilados, que deambulan por la vida
después de haberse encontrado de frente con la muerte, la cual
en vez de tomarlos, los castiga abandonándolos en los laberintos
de su conciencia.
Como lo analicé en mi tesis de maestría, la marca que define al
relato expiatorio puede ser identificada al final de la novela, cuando
aparece un narratario, cuya presencia no había sido revelada hasta
que Sonaja hace la siguiente invocación: “Dios mío, socórreme con
sueños antes de que desaparezca. Heme aquí; habla, porque tu
siervo oye”.
4
El narrador presenta a Dios (su narratario) un testimo-
nio de su experiencia de vida y de su fe. La narración, entonces, sur-
ge como consecuencia del examen de conciencia del narrador-per-
sonaje, quien descubre su propia verdad al narrarla, lo cual
diferencia a esta tragedia del modelo helénico.
3
Ibid., op. cit.
, p. 278.
4
Severino Salazar,
¡Pájaro, vuelve a tu jaula!
, p. 182.
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