Marcela Quintero Ayala
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quien realiza una acción con pasión, la cual se revierte y hace que
el destino salga a su encuentro: “pues es vista como una provoca-
ción que posee resonancias cósmicas”.
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La acción inconsciente de
los niños, quienes intentan desenterrar algo del fondo de la tierra,
tiene repercusiones universales, pues termina destruyéndolos.
Fiel a la idea creativa de su autor,
¡Pájaro, vuelve a tu jaula!
está compuesta como una tragedia, cuyas acciones se realizan con
completa coherencia y economía, según el modelo clásico. Desde
el inicio de la narración sabemos que algo terrible va a pasar, sin
embargo, nos dejamos atrapar por la ilusión y hacemos caso omi-
so de las advertencias que se van manifestando a lo largo del rela-
to, ya que Severino configura magistralmente el mundo de la in-
fancia, al dotarlo del espíritu vital de sus personajes, quienes
derrochan energía, ingenio e imaginación. Lo irremediable, la te-
rrible desgracia, nos expulsa abruptamente del juego, como a So-
naja, líder de la excursión y único sobreviviente, quien queda pa-
ralizado en una especie de limbo.
En realidad, el sentimiento de lo trágico está presente en toda
la narrativa de este autor, en la cual el destino siempre termina
alcanzando a sus personajes, después de que alguno de ellos ha co-
metido un acto en contra del orden establecido, el cual no sola-
mente tiene repercusiones en él, sino en todo su entorno, ya que
el universo narrativo de Salazar funciona como un vasto sistema
de relaciones.
Sin embargo, desde la concepción de George Steiner, el estilo
y las convenciones del modelo clásico helénico de la tragedia ha
sufrido cambios significativos, dependiendo de la época y la cultu-
ra que lo hayan adoptado, lo que nos hace preguntarnos: ¿la fuerza
que destruye la vida de los amigos de Sonaja está realmente fuera
de toda razón o justicia?, ¿la tragedia es realmente inevitable e
irreparable?, ¿es posible que el único sobreviviente sea recompen-
sado después del sufrimiento vivido?
Siguiendo a Steiner, éste considera que la auténtica tragedia
sólo puede desarrollarse “cuando el alma atormentada cree que
no le queda tiempo para el perdón de Dios”,
2
lo que nos lleva a
centrarnos en el discurso expiatorio del narrador, que aparece al
1
Patricia Palacios. “Recurre a elementos arcaicos en su relato. Entrevista”, en
El Universal
. México, 15 de septiembre, 2001, p. 4F.
2
George Steiner,
La muerte de la tragedia
, p. 275.
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