Tema_y_variaciones_44_completa - page 117

Marcela Quintero Ayala
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to”, actividad a través de la cual “el hombre se sentirá más a salvo
de la vida y su contradicción” y en la que inscribirá su tragedia.
Desde esta perspectiva, Sonaja es configurado como un personaje
cuyo desarrollo dependerá del curso que sigan sus pensamientos
respecto a Dios: “me imaginaba que Dios, sentado en cuclillas de-
trás de las nubes, hacía rodar una y otra vez un puño de dados
enormes, cada uno al tamaño de una casa”.
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Es en este punto en el que el niño ayuda al adulto a sobrevivir
e incluso, a ser inmortal. El adulto a través del niño es conciencia;
es real para vivir la existencia, no para pensarla, y es creador de sí
mismo. El incendio que surge después del choque y la explosión,
en la que mueren los once niños, representa la purificación, el con-
suelo: “La congoja religiosa no es sino el divino sufrimiento, sentir
que Dios sufre en mí, y que yo sufro en él”.
21
Convertido en sustento, Sonaja se erige como “ese sujeto del
conocimiento que ha encontrado en sí las condiciones de lo divi-
no: independencia en su ser y frente a él; la transparencia de un
mundo sin enigma”.
22
En este sentido,
¡Pájaro, vuelve a tu jaula!
, en tanto juego,
nos divierte como lectores, despierta nuestro espíritu aventurero, nos
convida del placer de degustar dulces mexicanos, nos ilusiona ante
la posibilidad de ser los dueños del tesoro que cambiará nuestras
existencias, pero, al mismo tiempo, nos lleva a aceptar riesgos, a
salir de nuestra zona de seguridad, a reconocer el lado cruel, in-
justo y doloroso de la vida.
¡Pájaro, vuelve a tu jaula!
, en tanto lla-
mado, pareciera una amenaza a la libertad, pero en realidad es
una invitación al hombre que lleva a cuestas las culpas de todos
los hombres, a reencontrarse con el niño para sobrevivir, recuperar
su creatividad y liberarse de la culpa, para que al enfrentarse nue-
vamente a la muerte pueda reconocer que ésta no existe, que lo
único verdadero es su transformación, su trascendencia espiritual.
Como novela consolida muchas de las búsquedas estéticas y
espirituales de su autor y se inscribe en la tradición de la literatura
mexicana como una obra de alcances universales que dota al mo-
delo clásico de la tragedia de las características propias de la con-
cepción judeo-cristiana y de las creencias y prácticas que represen-
20 
S. Salazar,
¡Pájaro, vuelve a tu jaula!
, p. 156.
21
Miguel de Unamuno,
El sentimiento trágico de la vida
, p. 112.
22
Ma. Zambrano,
op. cit.
, p.127.
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