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Tema y variaciones de literatura 44
quel que lee por primera vez alguna de las obras de Severino
Salazar podría llegar a sentir el desconcierto del soñador frus-
trado; el que no logra recordar íntegramente lo que soñó la
noche anterior, a pesar de haberse esforzado por retener en su ca-
beza la ilusión de haber corrido una aventura por lugares insospe-
chados, pero al abrir los ojos, la vigilia lo traiciona y su historia se
esfuma, dejándole sólo imágenes difusas de un mundo desconcer-
tante: jitomates gigantes, canarios muertos dentro de sus jaulas,
una mujer empujando un barril cuesta arriba, un águila enlo
quecida encerrada en un patio cubierto por una malla, un hombre
disfrazado de espejos caminando frente a un árbol de Navidad, un
ranchito instalado en la azotea de un edificio de la ciudad de Mé-
xico…
Después de tales experiencias, ya no vuelves a ser el mismo
lector, algo te ha trastocado y, paulatinamente, tendrás que ir
cambiando los filtros de aquellos lentes con los que te enseñaron
a ver la realidad. Para retomar tu lectura, no es necesario que re-
cuerdes exactamente en qué página te quedaste o qué novela o
cuento estabas leyendo, ya que en este universo narrativo, una
historia vive dentro de la otra y todas, a su vez, se cruzan en el
tiempo. Lo que necesitas es desarticular tu antigua concepción de
la vida, cerrar los ojos y dejarte conducir de la mano del narrador
(como Dante por Virgilio) a través de una mina, cuyos laberintos
te llevarán a encontrarte con una revelación.
Y es que cada relato de Severino está cargado de imágenes en
constante movimiento, que necesariamente te llevan, desde la
concepción de Gaston Bachelard (
El aire y los sueños
), a “empren-
der el vuelo”, como los protagonistas de
¡Pájaro, vuelve a tu jaula!
(2001), novela en la que un grupo de niños, entre once y doce
años, decide viajar a bordo de una vieja carreta jalada por dos bue-
yes, a la mina de Juanchorrey, en Zacatecas, con la esperanza de
encontrar el tesoro escondido.
En una entrevista realizada por Patricia Palacios, Salazar decla-
ró que en términos de estructura esta novela fue concebida como
una tragedia, ya que posee los elementos planteados por Aristóte-
les en su
Arte Poética
: unidad de tiempo (empieza cuando amanece
y termina cuando anochece), la presencia de un coro acompañando
al personaje principal y un drama centrado en un solo hombre,
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