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Tema y variaciones de literatura 44
de aliento épico que son
El águila y la serpiente
(1926) y la ficcio-
nalización de las
Memorias de Pancho Villa
(1936) pero también
de la novela, un thriller urbano de mafias políticas,
La sombra del
caudillo
(1929). Títulos señeros de dos fundadores de modernidad
literaria mexicana, Agustín Yáñez con
Al filo del agua
(1947) y
Juan José Arreola con
La feria
(1963), ejercen una suerte de am-
pliación de la cartografía cultural mexicana; la pluma atenta a las
costumbres de provincia
, como diría Flaubert; provincia que en ese
momento y desde esos autores nacidos en las dos primeras déca-
das del siglo
XX
, es decir, la transición del Porfiriato a la Revolución,
es pueblo y se cristaliza, como el Yonville de Flaubert, en microcos-
mos asfixiantemente
micro
. Salazar nace exactamente cuando
aparece en librerías el título clásico de Yáñez y en los años setenta
fue discípulo de Arreola, otro gran jalisciense. Lo sabemos, con Je-
sús Gardea mostrando el camino, la generación de Salazar fundó
de manera consistente y no esporádica la narrativa de provincia,
la cual incluye sus propios focos urbanos y su propia región inte-
rior de aldeas y vida rural. Después de Gardea, hoy tan desatendi-
do, Salazar junto a Ricardo Elizondo Elizondo, Luis Arturo Ramos,
Daniel Sada —autores también a la espera de que inicie el examen
maduro y distanciado de su obra— hacen provincia tal cual y no
como satélite de color local dependiente del valle de México. A
ellos y a otros artistas de diversas disciplinas nacidos alrededor de
los años cuarenta debe un paso importante la literatura, pero tam-
bién la historia social mexicana, pues un país se vive a sí mismo y
establece su modo de ser en gran medida gracias al imaginario
colectivo, y en este proceso los narradores tienen una influencia
destacada.
Y sin embargo, en los últimos años de vida del escritor, diga-
mos del tiempo de
La locura de las flores
a
La danza de los ciervos
el país estaba dando un paso hacia una caverna, un demonismo
que esta obra no acompaña; lo cual no le resta valor sino que la
ubica en el tiempo colectivo. México ha pasado de la provincia de
los santos a la provincia de los narcos. Algunos autores contempo-
ráneos de Salazar enfrentan el conflicto en su narrativa, pero sobre
todo son los nacidos en los años sesenta y después quienes tienen
tal reto. La obra de Salazar se extiende desde los tiempos de la
Nueva España y Nueva Galicia —a los cuales les quita polilla y ter-
ciopelos rancios— y concluye en la federación de focos urbanos
cada uno, cada capital estatal, con su propia provincia. Tuvo la ex-
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