Alberto Paredes
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ese vuelo en el abismo es en su esencia existencial afín a las aven-
turas de ciertos niños (“Libro Corazón”,
¡Pájaro vuelve a tu jaula!
)
y al llamado al aislamiento de sus Gerardo, Gregorio López, Valen-
te Reveles, etcétera: los define su carácter marginal, y en ellos lo
colectivo se vive dentro de la esfera del individuo, héroes no épicos
ni sociales ni militantes —notemos que ninguno de ellos exclama
en voz alta “sus convicciones” ni procura proselitismos de ningu-
na bandera incluyendo la del arco-iris— sino espirituales e íntimos
y sólo para sí mismos.
Aquí el factor lírico. La señal evidente son las figuras y tropos,
estrictamente líricos o retóricos abundantes en esta obra. Digá-
moslo, su propensión a veces fallida y hasta cursi, pero con fre-
cuencia acertadísima a las imágenes verbales, a las metáforas
narrativas; mas no se restringe al placer trópico por sí mismo, lejos de
ser un “valor añadido” o un ornamento en un pobre sentido del
término, pertenecen al lenguaje que emana del conflicto narrativo
mismo; el conflicto del protagonista es de orden espiritual, a me-
nudo irracional, la dimensión social y colectiva de su reto es vivida
en términos de una intimidad marginal, en consecuencia, la voz
requerida por el texto no puede restringirse al discurso narrativo
denotativo de hechos ficticios sino que ha de fincarse también en
la alteridad lírica arraigada al corazón mismo de la trama. Así
como el ángel y el demonio necesarios son la condición de este
heroísmo privado, el lirismo es su dimensión existencial y su len-
guaje.
*
Es así que esta obra, escrita con el máximo compromiso y dis
creción de la persona, fue descifrando su Heráclito para descubrir
que
Bien y Mal son una sola cosa
(fragmento 57) y, sobre todo, que
Alguien
(la eternidad o Dios o la Nada o el Azar)
es un niño que jue-
ga en su tablero y nosotros somos las fichas
(fragmento 79). Pues
las manos vacías, en el epílogo generalmente raso de la aventura,
es el receptáculo, el cáliz que recibe la luz epifánica. El ángel, que
traerá la revelación, es el demonio con el que ha luchado en la no-
che del desierto. Las tentaciones se nombran en esta obra como
erotismo, posibilidades criminales, frustraciones, llevar la vida de
espaldas a lo convencional, incluso estallidos ocasionales de vio-
lencia pasional. Y todos estos accidentes son el camino;
felix culpa
Temas_44.indb 33
21/10/15 15:05