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Tema y variaciones de literatura 44
es la apuesta a la que quedan orillados los protagonistas, mártires
secretos. Pues ¿cómo es posible vivir sin emprender caminos que
no sean sendas heterodoxas? La Modernidad (algunos dirán, la
postmodernidad pero Nietzsche, Dostoievski y Chéjov son quienes
nos han quitado la venda de los ojos, por no decir que Montaigne,
Diderot y Voltaire) es el tiempo de un vacío; en el caso de la obra
de Salazar, ante la falta de certezas filosóficas y sobre todo teoló-
gicas y eclesiásticas —ya no hay sacerdotes como guía espiritual
de la grey—, sus personajes se juegan la vida en el intento empí-
rico y solitario de descifrar lo que podemos llamar su
instinto mo-
ral
; acto seguido han de reconocerlo como un imperativo categó-
rico, el cual o se encarna o se traiciona. Dramáticamente, en
Salazar, los héroes íntimos de sus personajes, a menudo se re-
traen, humanamente se retraen;
novella habemus
: “Yo era una
mujer estropeada por el amor no realizado”. Se dice a sí misma
Paulina Zúñiga. ¿En qué momento, sin saberlo, uno abandona la
obra que le da sentido a su vida? Hágase lo que se haga o incluso
sucumbiendo ante flaquezas y no atrevimientos, el horizonte hu-
mano está desplegado y crepita. Se llama libertad como condición
fundadora del hombre.
*
No soy persona autorizada para disertar sobre dos hilos podero-
sos, en general desatendidos, se diría que menospreciados, en la
obra que nos ocupa. Son la ascendencia bíblica y hebraica. La obra
entera de Salazar tiene por pórtico una vibrante exclamación des-
de las entrañas que el sufrimiento arranca a Job; me atrevo a cali-
ficarla de exclamación existencialista pues cifra nuestra condición
como
human bondage
, una atadura o servitud que nos hace estar
arrojados, yectos en este mundo ciertamente bajo.
¿Por qué me
extrajiste del vientre?
Podría estar muerto y ningún ojo lo percibi-
ría —reza el dístico completo (Job, 10: 18-19). A este epígrafe fun-
dador responde como signo ostentoso la curiosidad de Gabriel por
el beato Gregorio López, con tantos gestos criptojudíos; algunos
epígrafes más y la vocación neotestamentaria de sus tan epifáni-
cos
Cuentos de Navidad
siguen sembrando las pistas. Pero éstos
son apenas los estandartes visibles; se requieren estudiosos saga-
ces que recorran el aliento bíblico —citas, paráfrasis, alusiones,
modelizaciones— y la proclividad por el pueblo elegido —elegido
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