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¿DISEÑAR CON FRACTALES? ¡VAYA UN ABSURDO!
herramientas de investigación, la computadora nos permite aventurarnos en las micro y las me–
gaescalas temporales, y nos sugiere nuevas y sorprendentes maneras para describir y explicar
el mundo que nos rodea; se trata ni más ni menos que de la nueva herramienta del descubri –
miento. De esta suerte, y una vez debilitado el impedimento ideológico que nos impedía aceptar
la inagotable complejidad del mundo, el viejo y maloliente concepto de
desorden
adquiere un
significado diferente: lejos de mirar con desdén a las formas complejas (naturales o diseñadas),
hoy aprendemos a interpretarlas como la codificada manifestación de un orden mucho más
profundo. Pasamos así del
mecanicismo determinista
de la ciencia clásica al
efecto mariposa
del
caos determinista
(extrema sensibilidad a las condiciones iniciales); ahora estimamos que
aunque el mundo pueda parecernos incomprensiblemente complejo, tenemos la esperanza de
poder describirlo en términos de leyes simples.
Por otro lado, si nuestro cerebro biológico dejó de crecer hace cuando menos unos 50 mil
años, la tecnología digital se encuentra en una etapa de crecimiento exponencial; en términos
evolutivos diríamos que a cerebro-biológico-detenido, cultura-tecnológica-desbocada. Para los
entusiastas en la inteligencia artificial, la robótica y el posthumanismo, los nuevos seres tec–
nológicos están a punto de tomar el relevo. Antropocentrismos aparte, por extraño que nos
pudiera parecer, maneras de diseñar hay muchas; así, la naturaleza ha venido diseñando al mun–
do (nuestra especie incluida) desde su mismísimo origen; más allá de nuestro cándido concepto
de orden, existen otros con los que la naturaleza ha venido construyendo estructuras viables
(galaxias, planetas, seres, especies, ecosistemas ...) donde el desorden aparente parece ser la
regla. Por lo tanto, armados con las nuevas herramientas conceptuales, ya sería hora de aban–
donar la ingenua creencia que afirma que sólo la geometría euclidiana es la manera
natural
para diseñar, que sólo se puede diseñar a base de reglas T, escuadras y compases; ya sería hora
de aprender a diseñar con base en las emergentes reglas del caos, herramienta que, como el te–
lescopio de Galileo, pudiera abrirnos el umbral hacia territorios conceptuales del diseño hasta
ahora inconcebibles. En todo caso, sería mejor diseñar con el caos y no en su contra [véase
La
geometría euclidiana no explica laforma de las ciudades] .
Por si fuera poco, recordamos asimismo que cambios históricos en el diseño de la comunica–
ción tecnológica humana son la regla (más que la excepción). Sólo en el último medio milenio
podemos constatar que la invención acelerada de la imprenta, la fotografía, la litografía, el te–
légrafo, el teléfono, el fonógrafo, la máquina de escribir, la radio, el cine, la televisión, etcétera,
sustituyó masivamente los antiguos oficios al desarrollar nuevas e inéditas formas de comunicar,
proceso que se reitera de nuevo con la irrupción de la tecnología digital. Hoy por hoy, y habida
cuenta de las transformaciones aceleradas en todos los niveles de nuestra cultura, desdeñar los
nuevos retos sociales que pesan sobre el diseño podría conducir a la ceguera [véase
Geometría
aprendida
y
modos de diseño] .
Por cierto, no olvidemos que esto le pasó a la arquitectura cuan–
do, a mediados del siglo
XVIII
se negó a aceptar que las estructuras de los edificios se podían
calcular, lo cual -de inmediato- dio paso al surgimiento de una nueva disciplina: la ingeniería
civil [véase
El desaire de los arquitectos
y
el invento de la ingeniería civil].
Con esto en mente, las aplicaciones revolucionarias de la geometría fractal en la ciencia nos
advierten -sospechamos- que nos espera una redefinición del modo en que concebimos el mis–
mísimo concepto del diseño. Y bien pudiéramos soñar en intentar para mañana el diseño fractal
de objetos a la manera en que el
ADN
diseña organismos: esto es, a base de instrucciones que son
1...,6,7,8,9,10,11,12,13,14,15 17,18,19,20,21,22,23,24,25,26,...144