de México a raíz de los sismos de septiembre de
1985^ .
Indudablemente, durante los primeros
meses después de esa fecha, no sólo la población
citadina, en general, manifestó un extraordinario
esfuerzo colectivo para la realización de las labores
dc rescate y socorro, y en brindar toda
e
ayuda a las victimas dc la tragedia; lambién, entre
los propios damniricados, afloraron las organi–
zaciones de vecinos. Estas, cn su conjunto, die–
ron lugar a movilizaciones que, jimio con otros
factores, motivaron la expropiación de predios y la
creación del programa de Renovación Habilacio–
nal Popular.
Como se ha señalado reiteradamente en es–
te y otros trabajos, la mayor parte de los dam–
nificados por los sismos está constituida por un
sector de la población con poca experiencia colec–
tiva reciente
de organización masiva;
el
sector inquilinario. Es importante subrayar, en–
tonces, el efecto moviiizador del sismo, en sí,
así como sus consecuencias inmediatas.
Tal
efecto se verifica parcialmente cn nuestra en–
cuesta de beneficiarios, como puede verse en el
cuadro no. 2.2.
Efectivamente, si bien el 72% de los en–
cuestados declaró que nunca había existido organi–
zación de vecinos, aparte del con.sejo de renova–
ción, la mayor parte de los restantes (22%del total,
aproximadamente) dijeron que se habían organiza–
do en su predio después del sismo. Inclusive, tales
organizaciones parecen ser duraderas, ya que, en su
mayoría, seguían funcionando, o se habían convert–
ido en los consejos de renovación.
Lo anterior parece demostrar que, aunque
de manera limitada, el sismo indujo a la organiza–
ción de la población afectada, al nivel vecinal, y
que esta organización puede perdurar en el caso de
los beneficiarios del programa de Renovación
Habilacional Popular.
Por lo menos - y esto se
confirmará cn el apartado que sigue - la instru–
mentación del programa no necesariamente des–
barato la organización vecinal que se produjo a
raíz del sismo.
Por otra parte, es necesario
reconocer que
los beneficiarios del programa,
los cuales forman el universo de las encuesta apli–
cada, no necesariamente corresponden a los secto–
res más organizados y movilizados después del sis–
mo; éstos, muchas veces acudieron a los organis–
mos no-gubernamentales. (Véase la tercera sec–
ción del presente libro).
Participación de
los
Benetlciarlos en el Prugrama:
Nivel de Información y Conocimiento
Uno
de
los indicadores básicos y pre–
requisito de la participación de la población
be–
neficiara en cualquier programa es el grado en
que eslá enterada del mismo. La apreciación
de
los beneficiarios, en cuanto "si eslaban o no bien
informados del programa' permile evaluar, en este
caso, no sólo la apertura del programa hacia la
participación, sino también las capacidades y ex–
pectativas de la propia población al respecto.
La pregunta sobre la manera en qué se ha-,
bían informado del programa, así como las dis–
cusiones en torno al nivel de comunicación con
respecto al mismo suscitaron diversas respuestas
y
actitudes. A nuestro juicio, lal diversidad de opi–
niones se debe principahnente, no a una diversidad
de situaciones, sino a las diferencias en cuanto a
experiencias organizativas anteriores y a las for–
mas acostumbradas de gestionar soluciones a los
problemas relacionados con la vivienda.
Para aquellos que estaban acostumbrados a
recibir soluciones pasivamente, la evaluación del
grado en que estuvieran informados acerca del
programa se basó en la información que les llegó
hasta la puerta de su casa. Como las visitas
informativas domiciliarias individuales por parte
de representantes
del Renovación Habitacional
Popular fueron necesariamente limitadas,
este
grupo de usuarios consideran que estuvieron
muy mal informados sobre el programa:
"Pensamos que no estuvimos bien informa–
dos,
pues
éramos nosotros los que teníamos
que ir al módulo para aclarar las dudas, ya
que muy pocas veces nos visitaron."
En efecto, la gran mayoría de los beneficia–
rios se enteraron de la naturaleza y concüciones del
programa mediante las juntas convocadas para es-