problema del acceso al suelo urbano no se puede
pasar por allo, menos aún en cl centro dc la ciu–
dad. Si bien cs cierto que la expropiación de la pro–
piedad privada plantea es polilicamentc rarmentc
viable, lambién es cierto que no se han explorado
otras vfas, más compatibles con la conciliación dc
los intereses dc propietarios y arrendadores.
La exigencia dc las organizaciones de damnifi–
cados e inquilinos dc una ampliación de la expro–
piación, y su petición de que RHP siguiera operan–
do o que se creará un organismo simiüar, apuntan
hacia la posibilidad dc la permanencia a mediano y
largo plazo de la "renovación habitacional" ya ini–
ciada. Pero las autoridades optaroii por limitar su
intervención a los daños generados por los sismos.
Como ya hemos señalado, la distinción entre estos
daños y los derivados del deterioro y la falta de
mantenimiento, es poco operativa y de difícil funda-
mentación técnica. Por olra parte, muchas dc las
acciones emprendidas por RHP corresponden, de
hecho, a un programa de renovación habitacional y
no unicamente a una reconstrucción pos-sísmica.
La incorporación al programa RHP dc 400 familias
que se declararon "damnificadas del Pian Tepito"
constituye una prueba adicional de la afirmación
anterior. Desconocerla, sería hipotecar gravemente
el futuro del mejoramiento de las condiciones habi–
tacionales de gran parte de los habitantes de la
Ciudad t'entrai.
La problemática inquilinaria.
Aunque los problemas dc la vivienda dc alqui–
lar en la Ciudad Central son anteriores a los sismos
de 1985, ios procesos económicos, políticos y socia–
les que éstos desencadenaron, han tenido un im–
pacto sobre la problemática inquilinaria. En una
primera instancia, los daños físicos provocados por
los sismos dieron lugar a que muchos arrendadores
intentasen deshacerse de inmuebles cuya rentabili–
dad juzgaban insuficiente. En los días siguentes ai
19 de septiembre de 1985, varias organizaciones de
damnificados denunciaron presiones dc diversa ín–
dole que ejercían los arrendadores para desalojar a
los inquihnos: cierre de la alimentación de agua,
cancelación dc medidores de luz, dictámenes de
edificios peligrosos y hasta intentos de desalojo vio–
lento.
Los administradores de inmuebles que hemos
podido entrevistar no negaron que "algunos" pro–
pietarios hayan tratado de aprovechar la coyuntu–
ra'" pero, según ellos, fue porque los sismos plan–
tearon problemas insoiubles a tos propietarios ya
que, por falta dc recursos financieros, no podían
responder a la exigencia dc los inquilinos de repa–
rar los inmuebles.
En segundo término, los sismos agravaron la
escasez crónica de vivienda en arrendamiento to
que, teóricamente, hubiera provocado un incremen–
to en los alquileres. Algunos investigadores intenta–
ron verificar esta hipótesis pero, a nuestro modo de
ver, no llegaron a conclusiones contundentes. En un
primer estudio que analiza los avisos clasificados en
los periódicos "Excelsior" y "El Universal", antes
y
después de septiembre de 1985, se registra una con–
tracción importante de la oferta de departamentos
en renta (-28.4%), acompañada de un incremento
promedio en los precios de 12.5% (Boils, 1987). Es–
te estudio concluye, además, que el decreto del
7
dc febrero de 1985, que adiciona varias disposicio–
nes del Código Civil en materia de arrendamiento,
no parece haber repercutido en forma sensible so–
bre los precios de los alquileres. Estos siguieron su
tendencia ascendente, sin que la medida guberna–
mental produjera impactos de consideración (Bous,
1987).
Un trabajo del Departamento de Sociología de
la UAM/Iztapalapa" utilizó, por su parle, la en–
cuesta directa a inquilinos, con 1,044 cédulas levan–
tadas en 28 colonias de la Ciudad Central. Se trató
de evaluar el efecto, tanto del decreto del 7 de fe–
brero de 1985, como de los sismos sobre el merca–
do del alquiler. Partiendo de la hipótesis según la
cual "el aumento súbito de la demanda de vivienda
por los daños sísmicos, en el marco de una escasez
generalizada, se convierte en un problema crucial",
cl estudio registra los incrementos dc precios si–
guientes: .
-54.5% ,durante los seis meses antes del decre–
to del 7 de febrero de 1985
-41.6%, entre febrero y agosto de 1985
-41.8%, después de septiembre de 1985.
En ninguno de los trabajos se aprecia un im–
pacto significativo dc los sismos sobre el mercado,
tal vez porque no había transcurrido un tiempo su-
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