Desde 1985 se celebra cada año en el Centro Histórico un festival cultu–
ral auspiciado por un patrocinador semiestatal, algunas empresas
privadas y el gobierno de la ciudad, cuyo propósito es adjudicar al
centro un nuevo y atractivo significado. Al principio se presentaron
sólo espectáculos de "alta cultura". Al cabo de algunos años se inclu–
yeron en el programa espectáculos de música popular dirigidos a un
público más amplio. En abril de 1997 el festival fue clausurado con un
gran espectáculo que incluía instalaciones de luces y sonido. En varias
tribunas se situaron grupos de tambores prehispánicos, de violines,
mariachis y bandas militares que, combinado con el tañido de las cam–
panas de la Catedral y un espectáculo de luces pirotécnicas, dio lugar a
una espectacular composición audiovisual, creando una atmósfera casi
contemplativa en la plaza.
Un joven espectador, fascinado con el espectáculo, me explicó
que ese suceso subrayaría todo el simbolismo, la fuerza y las ener–
gías que emanaban del Zócalo, al expresar las inquietudes y dudas
que se ponían de manifiesto en el interior de cualquier persona en
esta importante plaza (conversación con un participante del festival ,
28 de abril de 1997).
Una de las demandas de los grupos estudiantiles hace más de treinta
años fue la creación de más espacios públicos y el dcceso de los habitan–
tes de la ciudad a las plazas existentes. En 1998 el nuevo gobierno de
la ciudad de México retomó estas demandas y, bajo la consigna de
"La
calle es para todos", organizó espectáculos gratuitos en el Zócalo.
Grupos musicales populares como los Tigres del Norte, la Sonora
Santanera y otras estrellas de la música salsa, atrajeron a las personas
desde los barrios más diversos, convirtiendo la plaza un domingo por
la tarde en un enorme salón de baile. El gobierno de la ciudad se
ocupó de que grandes estrellas del ámbito internacional se presenta–
ran gratuitamente en el Zócalo cuando venían a la capital para actuar
en exclusivos locales de la misma. En la plaza se efectuaron conciertos
de Chavela Vargas, Compay Segundo y hasta un Rave - Tecnogeist–
con
diyeis
de México y Berlín. Cuando en marzo de 2000 la banda de
rock político de Manu Chao actuó en la plaza asistieron más de 10000
personas. Según algunas personas el público estaba compuesto por
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