una curiosa mezcla, rara en México, de bandas juveniles de los ba–
rrios pobres (chavos banda) y niños ricos de las clases media y alta
(fresas) (conversación con Mezcal , 2 de mayo de 2000). Resulta noto–
rio que el gobierno de la ciudad haya convocado hacia el centro a tan
elevado número dejóvenes sin grandes gastos en seguridad; fuera de
algunos pocos policías que requisaban a la gente antes de entrar a la
plaza, en busca de posibles armas o botellas de cristal , no hubo una
presencia visible de las fuerzas del orden.
Además de los conciertos y las muestras cinematográficas, el pro–
grama abarca también otras formas del espectáculo . En mayo de 2000
se efectuó una acción sumamente espectacular. Cada sábado de ese
mes varios jóvenes se colocaron en largas filas en la plaza para reco–
ger libros gratuitos. Bajo el lema "Para leer en libertad", el gobierno
de la ciudad encomendó al escritor Paco Ignacio Taibo 11 seleccio–
nar quince títulos que fueron luego editados y distribuidos en una
edición especial de 20 000 ejemplares cada uno. Taibo 11 escogió
libros que constituyeron "pábulo para sus neuronas" y que le "en–
cendieron la chispa" cuando era adolescente. Entre ellos estaban
El
diario de Ana Frank , Pasión de Saco
y
Vanzetti ,
de Howard Fast,
Diez
días que estremecieron al mundo,
de John Reed , y
El largo adiós,
de
Raymond Chandler
(La jornada ,
30 de abri l de 2000, p. 22). El objeti–
vo de esta acción era exhortar a los jóvenes a la lectura, despertar su
interés y sus ansias de aventura, forzar una suerte de educació n infor–
mal que nada debía tener en común con los clásicos o con las lecturas
obligatorias de la escuela. Taibo 11 entendió esta acción como el acto
necesario y subversivo de un gobierno verdaderamente democrático
(ibid.).
Otros ciudadanos se mostraron más escépticos y vieron en la
campaña más bien el acto propagandístico de un partido. La gran
aceptación no demostraba en lo absoluto el interés de esos jóvenes, ya
que en México las filas siempre son largas cuando se trata de algo
gratuito, por lo que no habría tenido más sentido regalar frijoles en
lugar de libros. La mayoría de los habitantes de la ciudad saludó la ini–
ciativa del gobierno partiendo de que era esencialmente más impor–
tante
y
eficaz invertir e n la cultura de la gente que tranquilizarla con
las respectivas limosnas en alimentos (conversación con
Mezcal,
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