ElIde mayo de 1997 se efectuaron por vez primera dos manifes–
taciones por separado , y ambas escogieron el Zócalo como meta.'"
Cada grupo tenía su propia tribuna y un programa. La primera cara–
vana estaba formada por miembros de los grandes sindicatos (SME,
CNT, etcé tera), los autodenominados disidentes del sindicato oficial
del gobierno . Grandes grupos de trabajadores uniformados, en su
mayoría hombres, desfilaron ante una tribuna de micrófonos situada
delante de la Catedral. Allí eran saludados por algunos líderes sindica–
les y por dignatarios militares, y abandonaban la plaza inmediatamente
d espués de su arribo. La segunda caravana es taba compuesta por
peque ños grupos de organizaciones independientes de izquierda. A
pesar de sus consignas casi idénticas, aquí la atmósfera parecía más
comprometida. Estos grupos, entre los cuales había visiblemente más
muje res, d esfilaron hasta el centro de la plaza, donde eran saludados
por varios oradores d esde una improvisada tribuna. Un programa
teatral y musical de agitación política distrajo a las personas hasta tem–
pranas horas de la noche. En las breves entrevistas, los participantes
dijeron que los organizadores de la primera manifestación aún se afe–
rraban a las estructuras sindicales organizadas por el Estado y habían
comprometido a sus miembros a participar en la manifestación. La
segunda, por el contrario, se componía de grupos independientes,
ellos eran el pueblo, "el pueblo toma el Zócalo". A la pregunta sobre
lo que significaba el Zócalo para ellos ese día, uno de los entrevistados
respondió: "Es el centro del poder nacional. Actualmente es el mismo
Zócalo, sólo que ahora está tomado por el pueblo" (entrevista con un
participante en la manifestación, 1 de mayo de 1997).
tensión, cuando algunas personas arrojaron bOlellas
y
piedras
COlllra
el Palacio Na–
cional . Los o radores los calificaron de provocadores. otros manifestames vieron en
esos actos más bien un comprensible estallido de nerviosismo
y
de furia contenida,
algo que muy fácilmente puede producirse en
acLOS
masivos de esa índole. Los
furibundos fuero n contenidos por otros manifestantes sin que llegase a producirse
una escalada de
la
situación.
29
El presidente Zedillo
y
el ant iguo líder sindical Fidel Velázquez no pronun–
ciaron sus discursos oficiales en el Zócalo, sino en el AudiLOrio Nacional, en
el
Bosque de Chapultepec.
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