táculo lo constituyó una orquesta y el muy popular cantante Juan
Gabriel, encargado de divertir a los "simpatizantes del partido", en su
mayoría traídos en autobuses y abastecidos con bolsas de comida. El
PAN,
por su parte, o rgani zó en e l Zócalo un gran espectácu lo
multimediático y un
lightshow
nocturno. Desde una elevada tribuna
provista de la más alta tecnología, el candidato Vicente Fox pronunció
un discurso demagógico que fue acogido con entusiasmo por sus sim–
patizantes. Lo que más llamó la atención en este caso fue que la multi–
tud estaba también compuesta por miembros no organ izados de la
clase media alta, personas a las que no se observa normalmente en el
Zócalo. El
PRD
se presentó como un partido "próximo a los ciudada–
nos". En una de las dos tribunas descubiertas actuaron jóvenes ban–
das de rock y de música folclórica, mientras los candidatos permane–
cían ligeramente elevados en medio de la multitud. Aquí el público
estaba compuesto por una mezcla de trabajadores organizados, sim–
patizantes de movimientos de izquierda y una clase media socialmen–
te comprometida. Un análisis comparativo de estos tres actos no sólo
proporciona información sobre las diferentes tendencias ideológicas
y programas partidistas, sino también sobre la identificación de los
simpatizantes con el partido y su ciudad
(ef
Tamayo, 1999) .
Estos mítines electorales, a dife rencia d e los desfil es demasiado
ritualizados, tienen más bien un carácter festivo y ameno. La p laza
no constituye en primer término un escenario histórico para actos
con una secuencia demasiado formalizada, sino un espacio lleno de
múltiples acciones . En tales mítines los espectadores son una parte
activa de la puesta en escena .
De manera similar ocurre en el caso de las festividades del 16 de
septiembre, el Día de la Independencia, la más importante celebra–
ción nacional en México. Ya a principios de septiembre, el mes de la
patria, comienzan los preparativos: las vidrieras de los comercios
son decoradas con los colores nacionales, los autos privados se ador–
nan con banderas, el Zócalo y los edificios circundantes se engalanan
con guirnaldas y luces . Una semana antes del gran día, el Zócalo se
llena cada noche de luces que crean una atmósfera festiva. A los am–
bulantes se les permite vender sus
souvenirs
y sus mercancías en la
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