respecto al exterior, y principalmente, con el veci–
no país del norte.
En el capítulo tres se examinó el periodo com–
prendido entre 1982 y 1987. Se hizo hincapié, en
su momento, en el papel de las teorías neoliberales
en las decisiones fundamentales de la política eco–
nómica. En la misma lógica, se planteó que la
presencia simultánea de inflación y estancamiento
acabó por dar impulso oficial a las políticas de
ajuste referidas, con un fundamento ideológico
que parte de la crítica tanto al dirigismo estatal
como a su accionar deficitario en la economía, y cu–
yos objetivos son la estabilidad monetaria y de
precios, la apertura comercial, el empleo y el creci–
miento basado en la observancia de las leyes de
oferta y demanda.
Con estos elementos teóricos se aplicó, final–
mente, una política de ajustes a través del Plan
Nacional de Desarrollo
( PND :
1983-1988), cuyos
propósitos centrales asumían tres grandes direccio–
nes: solventar la crisis heredada mediante la correc–
ción de los desajustes de tipo fiscal y comercial,
reducir los índices inflacionarios, y lograr un cam–
bio estructural. Se insisfió desde entonces en el
concepto de reforma estructural para describir un
conjunto de medidas de desregulación, desvincula–
ción de empresas ptíblicas, apertura comercial y
rediseño de la política. Todas estas acciones han
originado una modiflcación radical de las señales
económicas.^
Se pretendía que dicho conjunto de acciones
condujera al reencuentro de las bases del creci–
miento económico. El Programa Inmediato de
Reordenación Económica
(PIRE
para el bienio
1983-1984 e incorporado al
PND )
fue, por cierto, el
primer elemento de una nueva política cuya inten–
ción era vencer los problemas del momento y
establecer las condiciones del crecimiento a largo
plazo. El programa de Aliento y Crecimiento
(PAC
1986-1987) continuó con los objetivos de la política
de ajustes, sobre todo en los renglones del gasto
público, de la recomposición de las relaciones co–
merciales y financieras externas, así como en los de
la inflación y del crecimiento económico.
' Jesús Reyes Heroles, "EconomíaMexicana. Después de una
década de transformación", en
Cuadernos de Nexos,
núm. 49,
julio de 1992, pág. IX.
Si bien es cierto que con la política de corto
plazo de
PIRE,
la economía mostró signos de recu–
peración para 1984 en el comportamiento del pro–
ducto y de la inflación, éstos fueron difíciles de
sostener (véase Cuadro 5.1). En efecto, mientras
que el
PIB
cambió de signo y alcanzó una tasa de
crecimiento del 3.7%, la inflación, cuyo control era
el propósito central de la política económica, des–
cendió de casi 100% en 1982 al 59.3% en 1984. No
obstante, la tendencia se revirtió en el año siguien–
te, pai*a acrecentarse en 1986 y mantenerse hasta
el término del periodo.
En particular, la economía mexicana registró
los siguientes resultados entre 1982 y 1987. La tasa
nula de crecimiento promedio del
PIB
(-0.1%) se
acompañó de un superávit de la balanza comercial,
aunque de conducta decreciente, en virtud de la
política de ajuste en el frente externo (véase Cua–
dro 5.4). Para decirlo en pocas palabras, no hubo
déficit, pero tampoco crecimiento, debido a una
bmsca reducción de las importaciones, lo cual puso
en evidencia, una vez más, las carencias productivas
internas. Por otra parte, la demanda agregada, que
cuando no disminuyó se mantuvo en niveles de
bajo crecimiento, se encontró con una inflación
creciente, que alcanzó su nivel récord de 159.2%
en 1987, último año del periodo. Lo anterior pu–
so en entredicho, desde entonces, la afirmación de
que la inflación era ante todo un problema mone–
tario y que su principal variable explicativa se ubica
en la oferta de dinero a nivel social, lo cual reveló,
también desde entonces, la necesidad de una bús–
queda explicativa de las raíces estructurales del
fenómeno. Por su parte, el déficit público financie–
ro en relación con el
PIB
se ajustó primero hacia la
baja, para terminar, sin embargo, con un nivel
(16.1%) parecido al de 1982 (16.9%). (Véase Cua–
dro 5.1).
Cabe aquí hacer dos consideraciones adiciona–
les con respecto a la apertura. Una se refiere a la
modificación en la estructura tanto de las exporta–
ciones como de las importaciones. Dentro del valor
total de las primeras, las petroleras vieron dismi–
nuir su parficipación relativa, del 77.6% que tenían
en 1982, al 41.8% en 1987, al mismo tiempo que
las manufacturas la incrementaban del 14.2% al
48%, y de ese modo cubrían, prácticamente, el
descenso anterior. Ambas tendencias significaban
1...,48,49,50,51,52,53,54,55,56,57 59,60,61,62,63,64,65,66,67,68,...104