entre los cuales destaca disciplina presupuestal por
parte del Estado.^'
Por su parte, la tendencia de la tasa de inversión
también cambió d e signo pero en sentido con–
trario. En 1988, el coeficiente de inversión ftie de
5.8%; se mantuvo positivo y creciente en 1989
(6.3%) y 1990 {13.2%). Sin embargo, su tendencia
disminuyó al 8.5% en 1991, último año consi–
derado.
Ambos comportamientos, déficit público de–
creciente e inversión creciente,junto con la política
monetaria de reducir las tasas de interés domésti–
cas (que desde 1988 mostraron tendencias negati–
vas de crecimiento) y de frenar el deslizamiento del
tipo de cambio (que para cada uno de los tres años
previos al Pacto se depreció en más del 100%)
contribuyeron al descenso importante del fenóme–
no inflacionario, con base en una lógica monetaris–
ta. Todo lo anterior puso de manifiesto el carácter
restrictivo de las políticas que se aplicaron en ma–
terias fiscal y monetaria.
Al caer el nivel de inflación, medido en el índice
de precios al consumidor, se alcanzó uno de los más
pregonados y aceptados logros, y se asumió como
un resultado de la puesta en prácüca del PSE. A
diferencia de los años anteriores, la inflación bajó
paulatinamente; pasó de un nivel de casi 160% en
1987, a una tendencia continua decreciente para,
finalmente, llegar al 11.9% en 1992, estoes, 13 veces
menor que el nivel del primer año de referencia.
Por el lado del producto, la recuperación del
crecimiento del
PIB
constituyó otro de los logros pre–
gonados. Después del estancamiento productivo
" El descenso en el déficit público respecto del PiB también
se vio favorecido, entre otros, por dos factores que vale la
pena señalar. Uno, la disminución del gasto público en
cuanto al pago del servicio de la deuda tanto externa (por
su renegociación, sobre todo desde febrero de 1990 con el
Plan Brady) como interna (al bajar desde 1988 las tasas de
interés domésticas y, con ellas, los montos del servicio de la
deuda contraída con el interior). Y dos, el ajuste del gasto
público al lado del fuerte impulso de los ingresos del Estado
durante el periodo \aa alza de los precios y tarifas públicos,
la recaudación tributaria y. desde luego, ios ingresos pro–
venientes de la desincorporación acelerada de las empresas
públicas durante el mismo lapso. De 1 155 empresas públi–
cas existentes en diciembre de 1982, 876 se desincoфora-
ron entre 1983 y 1991, y para agosto de 1992 el total de este
tipo de empresas era de 220.
de la economía, el
PIB
mostró tasas de crecimiento
positivas y mayores a las de la población desde
1989; en lo anterior cabe destacar la dinámica de
crecimiento de la inversión, que pasó de un 5.6%
en 1988 al 13.2% en 1990. "Quizá lo más relevante
de la inversión se refiere a que se concretó en la
reposición de equipo. La reforma estructural pre
cipitó la obsolescencia económica de maquinaria y
procesos. De ahí que parte sustancial de la inver
sión se dedicara a renovar ese equipo para mante
nerlo en condición de seguir produciendo. En
ocasiones esa renovación de la planta productiva
no implica ampliaciones de c a p a c i d a d " .Al lado
de la inversión, y como resultado de ella, la reani
mación de la demanda agregada fue otro de los
estímulos al
PIB.
Sin embargo, y a pesar de haber
reportado tasas de crecimiento que van del 3.7%
en 1988 al 5.9% en 1990, el alza de la demanda
estuvo por debajo de la inversión. En este sentido,
el deterioro salarial continuó durante ese lapso. El
salario mínimo real bajó de 74.38 pesos en 1988 a
63.81 en 1990
.13
Los movimientos de la inversión y la demanda
referidos explican en parte el desenvolvimiento del
PIB.
Si bien es cierto que, entre 1988 y 1990, la tasa
de crecimiento anual del producto aumentó del
1.2% al 4.4%, su expansión, por otro lado, se
mostró débil e incluso decreciente para 1991 y
1992, cuando creció en 3.6% y 2.7%, respectiva
mente. El recuento más reciente de los aconteci
mientos en este sentido permite apreciar que los
ritmos de expansión de estos indicadores:
PlB,
in
versión y demanda comenzaron a suavizarse desde
1991, cuando pasaron del 4.4% al 3.6%, del 13.2%
al 8.5%, y del 5.9% al 5.1%, respectivamente.
Junto con los avances en el control de la infla
ción se presentaron el comportamiento errático en
el ritmo del producto, el retroceso de la demanda
y el deterioro del salario real. Lo cual, en conjunto,
implicó desde entonces el descenso inflacionario,
pero también los movimientos inciertos del pro
ducto y del consumo. La no recuperación del mer
cado interno en términos reales representaba el
Jesi'is Reyes Heroles.
op. cit.,
p. XVI.
12
Segiin datos del / /
Informe de Gobierno,
Presidencia de la
República. 1990.